El ciudadano común, el de a pie, el “soberano” cuyo voto buscan afanosamente quienes desean “sacrificarse” para formar parte del poder y “servir a los pobres”; aquel que trabaja desde temprano hasta la noche –en ocasiones todos los días- y paga los impuestos y tasas que requieren el Estado, el Municipio y otros receptores, está desconcertado y pesimista, porque todo cuanto le rodea, en lugar de contribuir para su tranquilidad, le ocasiona contratiempos, angustias, limitaciones de su escasa economía y, hasta la desocupación.
Amanece y anochece debiendo someterse a las costumbres del transporte urbano, con todas sus falencias y desagrados, pues hoy llevan inclusive animales a título de mascotas.
La palabra “autoridad” no significa, en buena parte de casos, algo que entraña protección y ayuda, sino sanciones y amenazas.
Mucho más si, por desgracia, es visitado por la enfermedad. Tanto se habla en este tiempo de impuestos antiguos y nuevos, que invita a poner atención urgente a los precios de medicamentos. En el caso de la vista, sin llegar al extremo de catarata, debe usar lágrimas artificiales, pues los ojos se secan con el ambiente contaminado; igual que su nariz y garganta, incluidos sus pulmones. En el ramo de “lágrimas” para humectar los ojos hay un producto con fórmula un tanto complicada carboximetilcelulosa, sódica al 0.5% y glicerina al 0.9%. Precio de venta al público: USD 14,40. Otro, rotulado con la misma fórmula y solo variando en cuanto a la cantidad de glicerina (1%, en lugar del 0.9%) y que también incluye polisorbato 80, al 0.5%, el precio de venta al consumidor es USD 16,80. Un hijo viajero trajo de Estados Unidos este tipo de lágrimas con glicerina 0.3% y propylene glycol al 1%. Contiene doble cantidad que los dos anteriores y cuesta USD 4,60. El doctor oftalmólogo consultado admitió su uso, con iguales efectos. Conversando sobre el tema, otro consumidor de lágrimas refirió un producto colirio oftálmico, adquirido en Sevilla-España, por 2,75 euros, equivalente a USD 2,50. Su cantidad es menor que de los anteriores, pero aún así –comparando precios- hay una diferencia muy notable.
¿Son tan elevados los impuestos en nuestro Ecuador, como para determinar semejantes costos de los productos conocidos como lágrimas?
Ahora, cuando están revisando la carga tributaria deberían atender este capítulo, ya que el ciudadano difícilmente encuentra atención médica y menos, con medicamentos incluidos, en hospitales públicos. Y si es afiliado al Seguro Social, debería reemplazar esos medicamentos con sus lágrimas naturales. Los afiliados deberán llorar a mares, mientras el IESS continúe prestando el dinero de sus aportes al gobierno de turno, sin tener nadie que los defienda, menos los políticos, también de turno.