En diciembre pasado, el ingeniero, empresario, político y dirigente argentino Mauricio Macri apareció en la pantalla como un hombre feliz, a quien se le habían cumplido todos los sueños y dentro de pocos días asumiría la Presidencia de su país, acompañado de su guapa esposa -la cuarta-, de su familia, de sus amigos y partidarios. También de un profesional ecuatoriano, experto en sumar votos para sus clientes, Jaime Durán Barba. Bailó con entusiasmo y dijo que cumpliría con su oferta de cambiar positivamente al gran país del Río de la Plata, sobre todo en su economía, dudosamente dirigida en los últimos años por doña Cristina Fernández viuda de Néstor Kirchner.
Macri había logrado derrotar no solo al kirchnerismo sino también al viejo pero siempre presente peronismo, según las versiones posteriores a su victoria estrecha pero meritoria. No ocultó su aproximación a la derecha y recibió con entusiasmo la visita del tanguista y presidente afroamericano de Estados Unidos de América, Barack Obama.
Poco antes había sido visitado por el Primer Ministro italiano y el Presidente de Francia, para dialogar sobre i esto mientras en el país había expectativa por los cambios económicos realizados de apuro, anunciando que uno de los objetivos claves era frenar la inflación que se había mantenido en alto pero escondida en los últimos años. Macri aplicó, pues, su lema “cambiemos” a la velocidad.
Subió el transporte en un 100%, el gas en un 300%, el agua en un 375%. El peso fue devaluado en un 40%. Los ministros anunciaron que la situación mejoraría a partir del segundo semestre. Por lo pronto, aumentaba el número de pobres.
En eso, la semana pasada se difundió por el mundo la noticia de que se habían difundido los nombres de los personajes que constaban en la lista de ‘Panama Papers’. Un periódico alemán y numerosos periodistas hicieron públicos millones de nombres. Allí constaba Macri. Explicó que se trataba de dos empresas organizadas por su padre, el millonario ítalo-argentino Franco Macri, para realizar negocios en el Brasil. Él no había incluido los nombres de esas empresas, de corta duración, porque no fue socio, aunque sí constaba como vicepresidente y director. Su padre dijo que Mauricio nunca recibió dinero. El primer mal momento del Presidente fue cuando una manifestación lanzó gritos acusatorios. Luego un fiscal le incriminó. La noticia se publicó en numerosos periódicos del mundo, inclusive en The New York Times, mencionando a los personajes más notorios, entre ellos, por cierto, al gobernante argentino.
No han faltado voces en su país que han analizado el caso anotando que no se justificaría una destitución cuando Macri tiene un papel secundario y las empresas no fueron de mayores dimensiones. Otros anotan que el episodio se presentó en el peor momento y con características espectaculares. Macri reiteró su inocencia y anunció que se presentará a la justicia para que esta se pronuncie.