El gasto público en el Ecuador no beneficia a los pobres. En muchos casos, es más lo que les llega a los ricos. A esa triste e injusta política se la conoce como “gasto regresivo” y es una de las responsables de la mala distribución del ingreso que tenemos.
Para mejorar esta distribución, todo gobierno dispone de dos herramientas: el cobro de impuestos y el gasto público. En nuestro país, los impuestos sí se cobran más a los ricos que a los pobres, lo que permite definirlos como “progresivos” (que es lo opuesto a “regresivos”).
Sin duda la recaudación de impuestos podría mejorarse, todavía hay gente rica que no paga impuestos, mientras que tributos como el IVA tienden a cobrarse desproporcionadamente a la clase media pues gravan el consumo. Si bien los impuestos podrían mejorar, no es ahí donde está el problema. El problema está en la forma en que se gasta la plata del gobierno, venga esta de impuestos o del petróleo.
Este año, el principal gasto del gobierno va a ser el subsidio a los combustibles, algo que favorecerá mucho más a los ricos. Para demostrarlo, sólo es cuestión de calcular en cuánto beneficia ese subsidio a una familia muy rica (con más de un auto y que calienta su piscina con gas). Luego hay que calcular en cuánto se beneficia una familia que no tiene auto y que cambia cada dos meses el cilindro de gas de su cocina. Tome en cuenta que por cada galón de gasolina y por cada cilindro de gas el subsidio es de $2 y $15, respectivamente. Luego de hacer ese cálculo, usted se dará cuenta que una familia muy rica puede recibir, por este subsidio, hasta 30 veces más de lo que recibe una familia pobre. Debe ser difícil encontrar un gasto más regresivo (lease injusto) que este.
Los sueldos de la burocracia van a ser, en este mismo año, el segundo gasto del gobierno. Son otro egreso que no beneficia a los pobres. Los burócratas son personas que tienen un buen nivel de educación y que pertenecen a las clases medias y altas y cuando crece el gasto en remuneraciones del sector público, son ellos los beneficiados, mientras que a los pobres les llega poco. Alguien podría argumentar que cuando se gasta más en educación, los pobres también se benefician. Desgraciadamente eso es falso. Entre 2006 y 2009 el gasto en educación se multiplicó por 2,5. Dado que la calidad de la educación no mejoró y el analfabetismo hasta puede haber subido, lo que ocurrió es que los maestros ganan más, pero los pobres reciben la misma mala educación que hace tres años. Más gasto en burocracia, mismo mal servicio público. En palabras técnicas, gasto regresivo que termina beneficiando a la clase media.
El país necesita repensar el gasto público y tomar conciencia que la cantidad gastada no tiene nada que ver con la calidad del servicio o con la conciencia social del gobierno.