Más de lo mismo…

Nada de malo tiene que un grupo político quiera seguir en el poder, siempre y cuando lo haga con recursos democráticos legítimos. Cambiar las reglas del juego electoral –según dicte la conveniencia del momento– para ganar elecciones y perpetuarse en el poder no es legítimo ni conveniente para la democracia ecuatoriana. Esto sí debería ser criticado por todos.

Retener el poder con medios ilegítimos es precisamente lo que Alianza País quiere hacer reformando la ley de elecciones, pomposamente llamada ‘Código de la democracia’ (CD). A pesar de que el CD fue escrito y aprobado por el régimen de Correa, ahora la mayoría oficialista de la Asamblea quiere cambiarla, sustituyendo el método de Hare de asignación de escaños por otro llamado D’Hondt.

El método de Hare ha sido utilizado desde el año 2007. Es un algoritmo más proporcional que mayoritario, pues en las elecciones pluripersonales fomenta la presencia de grupos políticos pequeños e impide que los partidos dominantes se lleven todos los escaños.

En 2007, cuando la ‘revolución ciudadana’ estaba en proceso de consolidación, sus militantes promovieron ardorosamente el método de Hare argumentando –de forma totalmente correcta– que la democracia ecuatoriana necesita la presencia de minorías o de grupos políticos emergentes para, de esta forma, fomentar el pluralismo.

Al parecer, este razonamiento ha perdido validez porque ahora Alianza País quiere descartar el método de Hare e ir a las elecciones con el D’Hondt que es más mayoritario que proporcional, es decir que no protege los intereses de los pequeños grupos políticos que antes tanto les preocupaba a los militantes de la ‘revolución ciudadana’.

El D’Hondt fue aprobado por la Asamblea Constituyente de 1998 –con mayoría del partido Social Cristiano y la Democracia Popular– y posteriormente declarado inconstitucional en 2004. Muchos aplaudieron esa decisión, argumentando que la ´partidocracia’ había abusado de este esquema para monopolizar el poder.

¿Por qué ese cambio de criterio tan abrupto de Alianza País? Porque ya no es una agrupación emergente, sino el movimiento político más grande del Ecuador y, como tal, tiene enormes posibilidades de ganar las próximas elecciones. Sus militantes quieren aprovechar esa coyuntura no solo para alzarse con la victoria, sino para arrasar con todos los escaños posibles.

Esta nueva reforma volverá más mayoritario al sistema electoral y menos dialogante y deliberativa a la democracia ecuatoriana. Habrá, por tanto, menos espacio para el debate y la negociación –clara, transparente– de acuerdos políticos y la cultura del consenso, muy venida a menos con este Gobierno, se debilitará aún más. Con esta reforma tendremos más de lo mismo de siempre…

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