Pueden intentar 100 modos de controlar la comunicación por la prensa, la TV, la radio, revistas y más. Pero nunca podrán controlar la comunicación oral, aquella que va de boca en boca, en reuniones y en cualquier parte donde acuden personas.
La comunicación oral, destacada por el intelectual señor Pablo Cuvi, viene al caso al observar que el Concejo Municipal de Quito está utilizando la figura de quien fue el más notable actor de comedias, ciudadano ilustre y ejemplo de dignidad, señor Ernesto Albán Mosquera, en ‘spots’ alusivos a Quito. En uno de ellos, proyectado por Ecuavisa, aparece Ernesto Albán en su papel de Evaristo (Estampas Quiteñas), diciendo: al Gobierno (no todavía al actual) solo falta crear un impuesto al beso: cinco sucres por un beso plancha; diez, por un beso normal; y un ‘beso con lengua’, 50 sucres.
Agregaba: en esto de los impuestos la autoridad se parece al ‘chispo’. El ‘chispo’ llega tarde a su casa y ante el llanto y amenaza de la esposa de abandonarle, jura: “nunca más”. Pero ese juramento “merece otro trago”. Igual con los impuestos: los políticos en campaña juran, rejuran y perjuran que al pueblo soberano le darán vivienda, trabajo y no crearán nuevos impuestos. Y hecho el juramento, en el primer descuido repiten lo del ‘chispo’: esto merece otro impuesto.
La ocurrencia del quiteño no es de hoy. Hace años, cuando un Presidente de la República viajaba de Quito a Guayaquil en avión de la FAE (no había avión presidencial) a la altura de Machachi vio en el páramo a un pastor con sus borregos criollos (no había aún borregos uruguayos) y dijo al piloto, esta es la gente que quiero beneficiar; y, dicho, extrajo un billete de 100 sucres y se aprestó a lanzar al pastor. Intervino el piloto sugiriendo que, en vez de beneficiar a uno, lance dos billetes de 50 y beneficie a dos.
Magnífica idea; luego habló el copiloto sugiriendo que, en lugar de dos, lance cinco billetes de 20 y beneficie a cinco. En eso, el cabo de abastecimiento dio una idea luminosa: en lugar de lanzar billetes mejor se lanza usted y beneficia a todos los ecuatorianos.
La conocida sal quiteña ahora se dirige al señor Alcalde Metropolitano. Cuenta que el alto personero acudió a confesarse; y ya de rodillas, el sacerdote le dijo: señor Alcalde, de qué quiere acusarse … si no ha hecho nada. ¡Qué‘injusticia’!
La sal quiteña tuvo éxito mundial durante la guerra europea (1939-1945), cuando Hitler dominaba con su ejército a toda Europa, superando incluso la ‘Línea Maginot’ de los franceses. Pero su socio Musolini no podía pasar hacia Albania y Grecia, superando la Línea Metaxas, por lo que el Füher le envió en ayuda 50 temibles tanques Panzer. Al cabo de 30 días, los tanques estuvieron de regreso en Berlín, con una tarjeta que decía: Te agradezco Adolfo, pero no han tenido retro.