Las diferencias entre Rafael Correa y Lenín Moreno siempre fueron sustanciales y no solo de estilo, por más que los suspicaces pensaran que podía haber un tongo para asegurar la continuidad de la revolución ciudadana. Correa era un torrente de palabras y un aluvión de mentiras. Lenin sobrio y veraz. El antecesor impetuoso, el sucesor sosegado. El país se había acostumbrado al ritmo vertiginoso y al discurso cáustico de Correa; ahora se va habituando al talante calmado y pragmático de Lenin.
Esta semana Moreno cumple un año en el poder y aunque pareciera lento en las decisiones, mirando hacia atrás se advierte que los cambios han sido numerosos y que la economía de palabras no significa menor capacidad de comunicación.
Con una frase liquidó a Jorge Glas: “todos los dedos apuntan a usted”. Con otra frase desmontó la mentira de la década ganada: “No hay tal mesa servida, esa es la pura y neta verdad”. Una frase lapidaria le apartó del socialismo del siglo XXI: “hay que abandonar la cuadratura del socialismo del siglo pasado”; casi sin palabras le quitó el partido a Correa y con la palabra del pueblo en la consulta le jubiló políticamente. El cambio de rumbo lo resumió en tres proclamas: no se puede vivir del endeudamiento y el consumo; la empresa privada debe ser el motor de la economía; hay que atraer la inversión extranjera.
Esas definiciones las pondrá en práctica un ministro de economía que proviene del sector productivo y que, además, comparte con el presidente la capacidad de síntesis. En una entrevista corta de televisión, el nuevo ministro logró dibujar el programa que puede cambiar el destino del gobierno. Lo primero, según dijo, es tener cifras únicas y verdaderas, volverá a publicar los boletines de la deuda y cumplirá las recomendaciones de la Contraloría. Sobre esa base de transparencia, el programa económico tendrá dos ejes: sostenibilidad fiscal y crecimiento económico. Reducción gradual del gasto público para lograr el primer objetivo y para el segundo incentivar la actividad productiva.
Qué diferencia con la palabrería hueca de los socialistas del siglo XXI que ofrecían maravillas y solo entregaron desempleo, corrupción y endeudamiento.
El nuevo modelo económico, pragmático y sensato, será entregado antes del 24 de Mayo cuando se cumple el primer año de gobierno. Parece viable porque es el modelo que con pocas variaciones han aplicado todos los países que han generado crecimiento y han sacado a miles de ciudadanos de la pobreza.
El incremento de los precios del petróleo dará impulso a esta nueva etapa del mandato de Lenin Moreno.
Si el Presidente que estaba destinado a ser marioneta del caudillo que le dejó amarrado con leyes y rodeado de sátrapas, logra imponer su propio modelo y cambia el destino del país, tendremos que decir, también con una frase sintética: lo hizo porque no sabía que era imposible.