Marchas y minas

Los y las indígenas que planearon la marcha no son mushpas. Su plan contempló una marcha larga, larga, de dos semanas, por la vida, por el agua, por la dignidad y contra las minas chinas y gigantes. Ah y joder un poco al Mashi en los discursos, aunque se enoje, lo cual no es difícil, según las experiencias de los cinco años últimos.

La respuesta del Jefe y de los suyos fue automática. “Es otro intento golpista” dijeron en ocho discursos por día, con un añadido. “La minería no es mala”, defendieron. El Ecuador –según las versiones oficiales- tiene cobre, oro y otros metales y siempre está necesitando plata. El bando gobiernista lanzó sus proclamas. “Abajo los marchi-golpistas. Ellos son pocos y nosotros muchos. Los buses y las contramarchas salvarán al país”.

La marcha se inició un 8 de marzo del año de gracia 2012. ¿Golpistas? Ya veremos.¿No a las minas? Ese es otro tema que merece un análisis serio.

Realmente no se llegaron a ver las señales de golpismo. Solo a un mushpa se le ocurriría un golpe de Estado con lanzas y a estas alturas. Además, tumbar gobiernos ha sido –hasta hace pocos años- un deporte que ha causado serio daño al país. Tuvimos ya un “Profeta” campeón de las caídas y luego -cuando parecía que había llegado la hora de la estabilidad y de la democracia- se cayeron tres presidentes en fila india. Mal. Los ciudadanos ecuatorianos creen –deben creer- que terminó la hora de las tumbadas. Pero los gobernantes deben hacer también lo suyo. Entre otras cosas no ver cucos. Seguramente una parte de los actores de la larga marcha de marzo fue de opositores. Faltó mucho, sin embargo, para que ese panorama se transformara en un golpe de estado frente a un Gobierno que funciona no solo para mantenerse en Carondelet sino que –con el Mashi a la cabeza- quiere ganar las próximas elecciones en primera vuelta.

La mina de oro de Portovelo pasó a la historia en el Ecuador con más de una amargura pero hoy la minería es nuevamente una oferta de la naturaleza en pro del Ecuador, mientras todavía el petróleo constituye el gran baluarte económico, como lo ha sido en los últimos 40 años. El Gobierno no dudó en firmar el primer gran contrato y una vez más la geográficamente lejana China –cercana hoy en lo económico- dijo presente. Buena parte de la comunidad considera lógico regresar a ese campo, con todas sus promesas y complejidades, pero las acusaciones de los últimos días han planteado con inquietud y aun con dramatismo las amenazas de la contaminación.

Por su parte, las versiones oficiales han destacado los avances técnicos para la defensa ambiental y el interés gubernamental por aplicarlos en el Ecuador durante esta nueva etapa sobre tan interesante tema. El Jefe –siempre con la última palabra- tiene un serio compromiso al frente. Por lo pronto está detenido el segundo contrato para ser sometido a un mayor análisis.

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