Debo anticiparme a los acontecimientos, una vez que este artículo de opinión debe llegar a EL COMERCIO a primeras horas del miércoles, para que salga publicado el día siguiente, es decir, hoy jueves.
Que será multitudinaria, no cabe duda, al igual que lo fue la que saliendo también de la Av. de Los Shyris no llegó al Palacio de Carondelet pues el ‘loco que ama’, señor Bucaram, presidente de la República por elección popular desde apenas seis meses, salió disparado del Palacio de Gobierno, rumbo a Panamá.
En aquella marcha estuvimos todos. Recuerdo que en la Av. de los Shyris me encontré con Rodrigo Borja. Eso de todos es un decir: fue una marcha de gentes de clase media y estudiantes universitarios entre los que destacaban los de la Escuela Politécnica Nacional: “¡Las poli no se rajan carajo!”. Las locuras del señor Bucaram llegaron a ser insoportables, para buena parte de la población. No hubo quien lo sostenga.
En la marcha de hoy estarán todos los opositores al Gobierno. Desde la extrema derecha a la extrema izquierda, todos con sus buenas razones, y no precisamente, creo yo, con el propósito de tumbarle al presidente Correa.
La Plaza de la Independencia estará repleta de quienes le apoyan, y también con buenas razones. Un país polarizado, en alguna medida.
Se les verá codo a codo a los nuevos cruzados cristianos con los neomarxistas-leninistas y los nativos seguidores de la wiphala con sus siete colores. En la marcha ¿por qué no? Será de verlos a la hora de la verdad, cuando a dentelladas se repartan el poder.
Pocos serán los que esperan que el presidente Correa, por inmensa que sea la marcha, vaya a salir volando a Bélgica, digamos.
Como hay de todo, serán numerosos los que le ponen velas a Santa Bárbara Bendita (patrona de los bárbaros) para que le resulte insostenible al Presidente mantenerse en el poder: ya sea porque desbordada la fuerza pública los bandos se enfrenten y se produzcan muertos y heridos a montones, o porque a los militares se les dé por intervenir antes o después de que se produzca la hecatombe.
¡Dios nos encuentre confesados!
Que hay malestar que va en aumento es indiscutible. Luego de 10 años en el poder, en cualquier parte del mundo los casos de corrupción se multiplican como hongos; el tráfico de influencias un negocio como cualquier otro; miles de pipones que incrementan los presupuestos en ministerios y municipios, justo cuando se requiere austeridad fiscal en época de crisis, a vista y discreción de autoridades vinculadas al partido gobernante.
Lástima que cayeron los precios del petróleo a niveles incontrolables, situación agravada por ese mar de fondo que es el ansia de poder, con todos sus pluses, de quienes se quedaron sin oficio ni beneficio cuando Correa llegó a la Presidencia y hoy pretenden por enésima vez dirigir nuestros destinos.
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