Son 192 años de esta Batalla comandada por el venezolano heroico Antonio José de Sucre. Simón Bolívar lo destinó a este General de 27 años, una vez que en junio de 1821 fue vencido el Mariscal español Miguel de la Torre en la Batalla de Carabobo, triunfo decisivo para borrar el nombre de Virreinato de Nueva Granada.
El plan liberador preveía la necesidad de avanzar contra el Virreinato del Perú, pero luego de derrotar al gobierno colonial de la Audiencia de Quito; y por eso, se puso en vigencia la Constitución de Cúcuta conocida como de la “Gran Colombia”, cuyo art. 1 decía: “La Nación Colombiana es para siempre, irrevocablemente, libre e independiente de la monarquía española, y de cualquiera otra potencia o dominación extranjera; y no es ni será nunca el patrimonio de ninguna familia ni persona”.
El historiador español Mariano Torrente publicó en Madrid en 1830, el libro “Historia de la Revolución Hispanoamericana”, donde da una versión más completa a la narrada por Manuel J. Calle, Óscar Efrén Reyes y Rumazo González, y la justifica por apoyarse en los informes provenientes de Jefes Militares y gobernantes civiles “con quienes hemos tenido frecuentes y largas conferencias para en nuestro tribunal crítico hallar la pura verdad”.
En lo que coincide Torrente con los ecuatorianos, es en la duración entre dos y menos de tres horas, a partir de las nueve de la mañana. Afirma que las tropas españolas estaban en inacción, lo cual permitió que Sucre avanzara hacia el llano de Turubamba para tomar posiciones en Chillogallo y la Magdalena, para que sus tropas subiesen a un flanco del Pichincha, y así vigilar el cuartel bien dotado de El Panecillo.
Se equivocó Aymerich, presidente de la Audiencia de Quito, al enviar a El Ejido a 300 soldados de caballería. Las tropas españolas desanimados con esa retirada, y cercados por Sucre para que se rindieran, se vieron forzados a una honrosa capitulación, pues los insurgentes se tomaron El Panecillo que se hallaba bien defendido y aprovisionado.
Fueron prisioneros 1 100 soldados y 160 oficiales; además incautaron 14 piezas de artillería, 1 700 fusiles, fornituras, cornetas, banderas y cajas de guerra. Por eso, la duración de esa última batalla crucial fue de pocas horas.El parte de guerra enviado por Sucre el 28 de mayo de 1822 decía: “Llegamos el 17 a los valles de Chillo, el 22 y 23 les provocamos a combate y desesperado por conseguirlo, resolví marchar por la noche… tenemos 190 heridos españoles y 40 de los nuestros tales como el intrépido coronel Córdova, los capitanes Cabal, Castro y Alzuru, tenientes Ramírez y Calderón quien a pesar de haber recibido cuatro heridas, jamás quiso retirarse y posiblemente morirá”. Por la mención especial que hace del aguerrido coronel Córdova, debió trascender su nombre hacia la inmortalidad, pero no aconteció así.
En cambio, el de Abdón Calderón sí. Pero la gloria estaba destinada a Sucre al avanzar al sur y ser el estratega de la derrota del Perú, que le honró con el grado de Mariscal de Ayacucho. Bolívar y Sucre -élites de nuevas generaciones-no lograron ejercer el poder por el odio político. Murieron en 1830.