Mandela: anillo al dedo
¡Cuán vigente es Mandela! Cuánto daríamos que nuestros dirigentes aprendieran de él. De su vida, pensamiento, sencillez, tolerancia; de su sufrimiento y su fuerza extraordinaria para levantarse sin venganza desde lo más duro del dolor y de la cárcel.
Sí, muchos pensamientos de Mandela nos caen como anillo al dedo. En su primer discurso al salir del presidio ante una multitud anhelante dijo: "Amigos… de Sudáfrica… Me presento ante vosotros, no como un profeta, sino como vuestro humilde servidor…". Sobre este aserto Mandela reflexiona: "Hablaba de corazón… quería expresar ante el pueblo que yo no era ningún mesías, sino un hombre corriente que se había convertido en un líder por circunstancias extraordinarias ".
En el caos que vivía Sudáfrica en esos días de su libertad, todo mundo esperaba que se desatara una ola de venganza y violencia contra los blancos. Respecto a esto Mandela fue enfático: "Quería que toda Sudáfrica viera que amaba a mis enemigos, aunque aborrecía el sistema que nos había enfrentado… Quería que quedara claro… que el papel de los blancos era esencial para el avance… No queríamos destruir el país para liberarlo, y echar a los blancos devastaría la nación"… "Sudáfrica pertenece a todos aquellos que viven en ella, negros y blancos… y en cualquier proyecto de futuro la mayoría tendría necesidad de la minoría"… "Todo hombre o mujer que abandonara el apartheid sería bienvenido a nuestra lucha en pro de una Sudáfrica democrática y no racista".
Además entendió que salir de la cárcel no significaba recuperar la libertad: "La libertad sin civismo, la libertad sin capacidad de vivir en paz, no era libertad en absoluto".
Y es que desde niño Mandela fue formado en el fecundo espíritu democrático de su tribu. Cuenta sus impresiones sobre el ejercicio de opinión y escucha de su pueblo. En las reuniones tribales: "Se escuchaba a todo mundo… Al principio, me asombró la vehemencia -y la sinceridad- con la que censuraban al regente. No sólo no estaba más allá de toda crítica, sino que de hecho, era con frecuencia el principal blanco de ella… Las reuniones continuaban hasta que se alcanzaba algún tipo de consenso. Acababan en unanimidad o no acababan. Sin embargo, esa unanimidad podía basarse en el acuerdo de estar en desacuerdo, o en la decisión de esperar a un momento más propicio para proponer una solución. La democracia significaba que todo hombre tenía derecho a ser oído, y que las decisiones se tomaran conjuntamente, como pueblo. El Gobierno de la mayoría era una idea extrajera. Una minoría podía verse aplastada por la mayoría".
Por esto Mandela sin claudicar, incluso asumió la lucha armada, contra un Estado excluyente, racista y violento. Pero cuando llegó al Gobierno abrió sus manos a la tolerancia y acuerdo, única manera de hacer país. ¡Aprender de Mandela!