Inequidad en la campaña electoral y en el reparto de escaños legislativos, uno de los saldos de los últimos comicios. Lo que fue malo ayer, lo es hoy y será siempre, con cualquier administración de turno. Se trata de un tema de principios y de igualdad para todos, con respeto al pronunciamiento popular y a las mayorías pero también a las minorías. Esta situación no solo lo denunciaron sectores políticos y reconocidos politólogos y catedráticos, sino que confirmaron veedores internacionales. Igualmente, la desproporción e inequidad entre candidatos oficialistas y los que no lo fueron.
Antes fue malo lo que hizo el entonces partido hegemónico, el socialcristianismo, y hoy no se puede decir que esté bien. Una cosa fue la indiscutible elección presidencial, con el respaldo popular de más de la mitad de sufragantes, pero otra lo que esta arrastró en los comicios legislativos. El método de reparto aplicado es injusto porque quienes lograron alrededor del 50% de votos obtienen aproximadamente un 80 o más de representación. ¿En dónde queda el principio de la equidad y la proporcionalidad? Un sistema democrático funciona con mayorías y minorías, con pesos y contrapesos. El Código de la Democracia reconoce el derecho a la oposición y a las alianzas. Establece que se podrá solicitar a la Asamblea y a otras instancias de representación la realización de rondas de diálogo y la posibilidad de preguntar y replicar para obtener información sobre asuntos de interés. El art. 393 dispone que el Presidente de la República o la máxima autoridad del respectivo nivel de gobierno deberá convocar a los portavoces de la oposición a rondas de diálogo para analizar la situación del país o en situaciones de trascendencia nacional.
La oposición debe hacer aportes y críticas con propuestas. Su papel es fundamental en un sistema democrático, pero no se debe escoger y calificar desde el poder cuál es su único contrincante, como se lo ha hecho con un sector respetable dentro de la nueva composición política, tras los resultados últimos. Es verdad que la oposición ha sido débil, desarticulada y poco creativa, pero eso no habilita que le borren, solo se reconozca al que desea que sea el único interlocutor válido y el resto no sirve para nada.
Luego de las elecciones se habla de reformas constitucionales y legales e incluso el cumplimiento de mandatos que la Legislatura está en mora y aprobar proyectos de leyes pendientes, muy importantes como la de Aguas, Tierras, Agropecuaria, de Seguridad Social, Comunicación, entre otros. En el caso de las reformas a la Constitución la pregunta que flota es para mejorar o para restringir derechos que fueron aprobados por los mismos actores políticos en Montecristi el 2008 y que están vigentes desde ese año. ¿En qué quedará la Constitución de derechos y justicia?