Entre bromas, como es la costumbre en el banquete anual de los corresponsales en la Casa Blanca con el Presidente, Obama admitió que en el 2013 no le fue nada bien. No habló de los primeros cuatro meses de este año que vaticinan que en el 2014 podría irle peor. ¿Pero son justas las críticas? Sus enemigos lo acusan de haber debilitado la imagen de Estados Unidos en el mundo y cuestionan su liderazgo. Curiosamente, lo critican porque no se parece al Presidente anterior, olvidándose de que se lo eligió Presidente precisamente porque la mayoría de votantes lo veía distinto y no quería repetir los errores aventureros de su antecesor.
Lo critican por negociar con Irán para que suspenda su programa de armas nucleares en vez de unirse al coro que pide bombardear las instalaciones donde se desarrolla energía nuclear. El hecho es que en tres meses se podría llegar a un acuerdo definitivo que solucionaría la crisis sin un solo disparo y sin derramamiento de sangre iraní o estadounidense.
También, por el atascamiento de las pláticas de paz entre palestinos e israelíes, como si estuviera en su poder convencer a dos enemigos cuyos intereses parecen cada vez más irreconciliables, que un mal arreglo puede ser mejor que una guerra perpetua. Los reclamos de sus críticos por no haber logrado la democratización del Medio Oriente después de una primavera que no duró ni la víspera son quizá los más irracionales.
La tímida respuesta de Estados Unidos y la Unión Europea a las baladronadas de Vladimir Putin en Ucrania también ha suscitado críticas de parte de los que añoran la resurrección del vaquero que a balazos acabaría con el malvado macho ruso. ¿En verdad quieren que se repita el sonambulismo que condujo a la Primera Guerra Mundial y el mundo se enrede en una tercera guerra mundial ahora por un pedazo de tierra en Ucrania? De su política hacia América Latina no escribo nada, porque no creo que Obama tenga una política hacia la región. En este sentido, es alentador pensar que el país más poderoso del mundo dejará a los países del hemisferio resolver sus problemas sin intervención.
Es cierto que entre los discursos y las acciones de Obama parece haber un divorcio, pero para mí es muestra de sanidad mental que Obama no haya comprometido otra aventura militar descabellada como la de Iraq o Afganistán ni en Libia Siria o Ucrania. Esto no significa que Obama sea pacifista. No le ha temblado la mano para atacar a sospechosos de terrorismo en Afganistán, Pakistán, Yemen o Somalia, o para mandar fuerzas especiales a asesinar a Bin Laden en territorio pakistaní.
Si EE.UU. ha perdido su aire de invulnerabilidad, lo que habría que preguntarse es si esto se debe a Obama o a que el país está expiando sus culpas por errores cometidos. Tres guerras perdidas en Vietnam, Afganistán e Iraq que no le han traído ningún beneficio al país.