Una reportera llega a la oficina de su jefe. Tiene algo que informarle: está embarazada.
Cuenta que su familia ha recibido la noticia con alegría.
Que sus amigas, igual. Sus colegas, sus compañeros, sus confidentes, el padre del bebé…
Comenta que vive un momento agradable, no solo por la emoción que le produce la noticia, sino por la reacción de su entorno.
¿Por qué, entonces, la preocupación? ¿Por qué no dejar vía libre a la felicidad?
La idea de tener un hijo le fascina, le conmueve, le hace sentir mejor ser humano y más mujer.
Pero hay algo que le atormenta: ¿cómo ser madre sin dejar de ser reportera?
Una pregunta vital, con cuestionamientos colaterales:
¿Cómo puede una madre periodista dedicarse a su bebé sin dejar rezagada la profesión a la que ha dado todo su esfuerzo?
¿Cómo manejar la vida cotidiana equilibrando la balanza entre una y otra obligación?
¿Cómo no sentirse discriminada, desvalida, asumida por los demás como una periodista que ya no podrá ser la reportera todo terreno que ha sido hasta ahora?
Si hallar respuestas a esas preguntas es complejo para quien teme por su futuro como madre y periodista, más lo es abordarlo y reflexionarlo en voz alta.
Cuando el jefe de la reportera me comenta el caso, pienso que se trata de un tema trascendente que es esencial sociabilizar.
Al salir de un foro sobre comunicación en una pequeña ciudad del centro del país, aprovecho para plantear el tema a mujeres que asisten al panel.
“Depende de muchos factores”, reflexiona una de ellas.
“Hay esposos trogloditas que te impiden trabajar y que con el pretexto de que seas buena madre te presionan para que te quedes en la casa y dejes de ser periodista”, argumenta otra, “pero también hay esposos que comprenden y apoyan siendo mejores padres”.
Una tercera afirma que “dedicarse solo a la casa y dejar el periodismo no necesariamente trae satisfacciones. Al contrario, puede frustrarte para siempre”.
Días después, toco el tema con una colega, madre de un adolescente de 15 años y separada del padre de su hijo hace 13.
“Tener un hijo puede ser ventajoso o perjudicial para nosotras”, asegura. “Pero eso depende de cómo la mujer asume el embarazo. De vivirlo a plenitud“.
Aconseja a las periodistas que el embarazo no es un obstáculo: “Todo depende del empeño, el esfuerzo, las ganas y decisión de nunca dejar de ser periodista”.
Y cuenta su experiencia: “Con mi barriga de ocho meses cubrí las elecciones y trabajé hasta el día anterior a que diera a luz. Cuando mi hijo tenía cinco meses fui a la frontera a cubrir la guerra con el Perú”.
¿Es posible ser madre y reportera? Como todo en la vida, cada cual decide su destino.