Machismo, sanción y sistema político

El derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo era el debate de fondo en un atisbo de debate abortado sobre el aborto. Es usual, pocos osan no asumir la postura presidencial o al conservadorismo predominante. Conventualmente solo se planteó un matiz del matiz: que no se penalice el aborto para casos de violación. Un mínimo.

Como en el fondo estaba en juego la real independencia de la mujer, se optó porque no tenga autonomía. No importaba que sea madre aunque no lo quisiese ni que los hijos fruto de la violencia puedan no ser bienvenidos; las divinidades lo resolverían y no una responsable política pública de enfrentar una desgracia humana de vejamen a la mujer y penosa vida para los niños. Pensar en el futuro, en la vida de esa mujer violentada y de sus hijos, no merecerían consideración del Estado, esos seres reales no importarían. El Estado se hace así garante del peor de los machismos, el de la violenta apropiación del cuerpo de la mujer y reduce su condición a la de madre aunque no lo quisiese.

El "sistema" no permitía considerar a las 125 000 mujeres que al año abortan en condiciones deplorables. En la Constitución el Presidente defendió "la defensa de la vida desde la concepción" según corrientes político-religiosas conservadoras, Provida y Opus Dei.

Además, el no-debate mostró al actual sistema político. Un cambio positivo es que Ejecutivo y Legislativo concierten. Pero no que el Legislativo deje de ser espacio de deliberación pública, necesaria para construir fundamentadas opciones, y sea instancia de propaganda para convencer sobre una decisión ya tomada, un simple trámite. Se empobrece la relación poder político-sociedad, se aminora a la sociedad, se vuelve una cabeza hueca a llenar de propaganda. La política es reemplazada por la gestión para convencer.

La menor disidencia es condenada al no seguir el plan y la ideología del Ejecutivo. ¿Cuál ideología y cuál proyecto? Correa afirma que hay proyecto y que en AP se opta con democracia alguna posición, pero los implicados no saben concretamente cuál es el proyecto y en este caso, lo "acordado" no sería tal. El acuerdo que la norma sobre el aborto no sea "regresiva" no implicaría que se aplique en caso de violación.

Ser miembro de AP, tiene así un claro camino y límite. El pluralismo no es lo suyo. Antes fue sutil la coerción ahora es manifiesta, con normas diversas para excluir o silenciar; el miembro de AP pierde sus posturas y deja de ser. La amenaza silencia. Lo sorprendente es que sus mejores miembros tenían pensamiento propio. Ahora unos mostraron sus principios y aprendieron que eso era traición, deslealtad; la democracia se la definía arriba. ¿Vale perderse a uno mismo para seguir al "estilo" presidencial? El cual implica una concepción de sociedad y de poder. Al inicio eso ya fue claro pero rehusaron definir límites. Ahora, el dilema es de fondo: ser o no ser.

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