El 2 de abril último el país quedó partido en dos. Una mitad que quería un cambio radical del gobierno de la Revolución Ciudadana harta del autoritarismo, la descalificación y la antidemocracia y la otra mitad mantenerlo en función de sus intereses y su “proyecto”. Se creyó en ese momento que había triunfado esta segunda, pero en los cuatro meses de la nueva administración se ha demostrado que no fue así.
Muy pocos habrían podido predecir lo que ha sucedido en los últimos meses, en particular, lo que acontecido la semana pasada.Con el movimiento Alianza País reelegido, era imaginable que habría más de lo mismo, pero con otro “estilo”. Pues no, las cosas han cambiado significativamente.
Las declaraciones y acciones del nuevo presidente nos están llevando hacia cambios que esperamos sean de fondo, pero que aún son inescrutables. ¿Qué tenemos en solamente más de cuatro meses? Ruptura en la dirigencia de AP, incluyendo sus máximos líderes, y en sus bases, ataque a las estructuras y redes de corrupción que incluye detención cautelar del Vicepresidente y de varios ministros, todo siguiendo el debido proceso judicial, una oposición descolocada, un respaldo masivo, según todas las encuestas, al nuevo presidente.
Tenemos también un ambiente de mayor tolerancia, de diálogo, de apertura al que piensa distinto, hay críticas frontales y rectificación de monumentales fracasos como las refinerías del Pacífico y de Esmeraldas y Yachay, entre otros.
Y, ahora, sobre todo, tenemos la oportunidad de pronunciarnos democráticamente, a través de una consulta popular, sobre temas esenciales para el país -aunque puntuales- como su institucionalidad, su economía, sus relaciones sociales y el medio ambiente. Tenemos la alternativa de pronunciarnos libremente sobre el nuevo Estado que queremos y cómo aspiramos vivir bajo la premisa del cambio. Habríamos querido dar nuestra opinión sobre muchos más temas, pero es comprensible que ello no sea factible y menos en estas circunstancias.
¡Y toda esta transformación en tan breve lapso! Correa estuvo en el poder más de una década y en ella pudo armar toda una férrea estructura de poder casi absoluto sobre instituciones y personas que le permitió gobernar a placer atropellando procedimientos y despilfarrando recursos. Fue casi omnímodo en buena medida por el largo tiempo que gobernó. El presidente Moreno, si bien hay muchos ámbitos poco claros y no definidos aún, ha producido un cambio vertiginoso que nos tiene desconcertados a muchos y a otros ilusionados. Tanto que parecería que la oposición no lo podía haber hecho. ¡Cuatro meses frente a diez años!
Y esto hay que reconocérselo al Presidente, ¡lo que es de cada cual!