La ciencia médica usa adjetivos como inespecífico, esencial, indeterminado, en este siglo XXI engalanado por la informática, la robótica, los mapas de ADN, las clonaciones y más destellos de sabiduría. Estos adjetivos llevan implícito un disimulado desconocimiento del origen de varias afecciones y dan trascendencia a las palabras del médico español Gregorio Marañón: “La Medicina es una ciencia inexacta. Lo es porque está todavía en los comienzos de su evolución propiamente científica. Y lo es, sobre todo, y lo será siempre, porque, aun cuando llegue el día en que conozcamos las causas de todas las enfermedades -hoy en su mayor parte ignoradas- y aun cuando lleguemos a saber el medio específico de combatir cada una de estas causas, existirá siempre el factor reaccional del individuo enfermo, infinitamente variable e imposible de acomodar a previas normas; y ese factor, ahora y siempre, convierte todo tratamiento, aun el más rigurosamente exacto, en un azar, cuyo margen de posibilidades de error se puede, a base de fuerza de estudio y de perspicacia, disminuir, pero nunca eliminar”.
La política y el peligroso afán de acallar críticas y denuncias “no demostradas plenamente” han inaugurado una locución que, por repetida, parece tener sentido: “linchamiento mediático”, con la que se desea proteger la gestión, ordenada o no, de quienes ostentan poder.
Paradójicamente desde altos niveles se ha decretado la penalización de la profesión médica y se han incluido en el Código Penal Integral sanciones desmesuradas de prisión y suspensión profesional para castigar “la mala práctica médica”. La denominación, a criterio del prestigioso jurisconsulto Efraín Torres Chávez, “no tiene razón de ser por falta de sustento gramatical y lógica”.
Los médicos han presentado varias propuestas modificatorias a este código, en la Asamblea Nacional… No han sido acogidas. La angustia e inseguridad condicionan la labor profesional que, carente de tranquilidad y llena de incertidumbre, limita necesariamente el ámbito de atención a casos absolutamente seguros y que no conllevan el menor riesgo. Se oponen a la impunidad, proponen peritajes acreditados y plantean que las infracciones culposas (errores, no delitos) sean parte de la Ley Orgánica de Salud; pero que los actos dolosos (con intención de hacer daño) consten en el Código Penal.
El mayor empleador de médicos, a escala nacional, es el Ministerio de Salud, y será el más afectado si se pone en práctica esta política sancionadora de exagerada drasticidad.
La sabiduría, la madurez y el buen sentido claman por diálogos y acuerdos, en reemplazo de las posiciones indeclinables de quienes combaten al linchamiento mediático cuando les afecta, pero lo impulsan implacables y con absurda prepotencia contra los médicos ecuatorianos.