Como de opinar se trata, dos obras que me enlazaron debo recomendarlas a quien sale de vacaciones, luego de un año bien trabajado, lleno de incertidumbres.
‘La noche de los tiempos’ (Seix Barral, 2009) de Antonio Muñoz Molina, español, con cinco reimpresiones hasta el momento. Muñoz Molina me deslumbró con ‘El Jinete Polaco’ y su personaje central el Comandante Gala, jefe militar en una capital de provincia, caído en desgracia pues se negó a participar en el alzamiento liderado por Franco. Muñoz Molina es un creador de protagonistas, muy al estilo de los novelistas europeos, que se los ve situados en circunstancias reales y que conviven con personajes que existieron. Es el caso de Ignacio Abel, arquitecto español encargado del diseño de lo que sería la estupenda Ciudad Universitaria de Madrid, y personajes de la política española como Negrín, Moreno Villa y Bergamín, en momentos en que se iniciaba la noche de los tiempos, los prolegómenos de la Guerra Civil española. De no ser por sus dos hijos, pues la esposa no cuenta, poco es lo que deja en España cuando Ignacio Abel decide huir a los Estados Unidos, a rompecinchas, en donde posiblemente le espera la jovencita que conoció en Madrid, la mujer de su vida, la de los amores totales, y también una fundación universitaria sedienta de sacarle el jugo a su enorme inteligencia. Citas textuales le llevan al lector a mirar con respeto la figura de Negrín, fisiólogo destacado, el último titular del gobierno republicano, quien no dudó en manifestarle su profundo desprecio al Presidente Azaña, intelectual que se dejó llevar por la lógica en momentos en que la España liberal requería de un líder inclaudicable.
Ya lo señaló Benjamín Carrión: los escritores hispanoamericanos no requieren crear personajes pues los encuentran a la vuelta de la esquina o en la memoria popular. Lo que escriben los nuestros son relatos, tal es el caso de la obra de Hernán Rivera Letelier, chileno, ‘El arte de la resurrección’, Premio Alfaguara de Novela 2010. Se la ha definido de “crónica de una época y una geografía únicas en una prosa llena de humor y surrealismo”. El infinito desierto de Atacama, el del sol de castigo y aire de plomo. Las compañías extranjeras que faenaban el salitre chileno. Domingo Zárate Vega, hombre del pueblo que luego de visiones cree ser la reencarnación de Jesús Santo, y se le da por recorrer ese norte chileno de infierno allá por mediados del siglo pasado, recordándoles a los hombres las palabras del Rabí de Galilea. Es un Cristo tan humano como que busca y encuentra a María Magdalena en una prostituta con vocación de monja que le acompaña en todas sus desventuras. Y todo relatado con maestría en la que abundan los chilenismos que no atosigan. ¿Con Rivera Letelier se inicia un nuevo ‘boom’ latinoamericano?