‘Libertad responsable’.

Días pasados, hemos celebrado los 50 años de Fraternidad Diócesis de Múnich-Ecuador, un buen momento para conmemorar el trabajo común y el apoyo de nuestros amigos alemanes. En la geografía solidaria del Ecuador, en todas las Diócesis, hay pequeños y grandes proyectos sociales que reflejan presencia y compromiso claro de la Iglesia a favor de los más pobres. Al amparo de dicho encuentro celebramos 50 años de la Fundación Conrard Adenauer.

Contamos con la presencia del Cardenal Reinhard Marx, Arzobispo de Múnich y Freising, fino sociólogo, vinculado al mundo académico y capaz de confrontar su obra ‘El Capital, un alegato a favor de la humanidad’ con el otro Capital del comunista Marx, estableciendo un diálogo profundo y, al mismo tiempo, divertido a favor del hombre y del mundo, en una hora marcada por crisis y desafíos enormes.

Escuchar al Cardenal Marx en estos días ha sido un privilegio. A la sabiduría del sociólogo ilustre añade la vivencia de una fe liberadora, capaz de analizar y cuestionar no pocos de los mitos de un socialismo trasnochado o de un neoliberalismo salvaje. Con él he coincidido en algo que me parece evidente: la Iglesia bien puede plantear un mensaje universal para una crisis global. Y referencia ética fundamental de ese mensaje tendría que ser esta: la certeza de que la construcción de un mundo mejor, democrático, equitativo e incluyente, pasa por el ejercicio de una libertad responsable, base de toda ética social. Por otra parte, la libertad irresponsable ya la conocemos. La hemos vivido en la presente crisis financiera mundial y la experimentamos cada día a caballo de la injusticia, de la violencia y de la corrupción que salpican nuestra vida nacional.

Tal exigencia me ha hecho pensar, especialmente, en nuestra realidad, marcada por una política que nos condena al oportunismo y al populismo y, por ende, a un futuro poco democrático. No es suficiente la responsabilidad personal de los políticos. La democracia necesita virtudes morales y sociales, un claro compromiso a favor de la justicia y la libertad. Lo decisivo son siempre las instituciones, pero este es el lado más vulnerable de la política ecuatoriana. La Doctrina Social de la Iglesia plantea con fuerza el valor de la institucionalidad. Reclama que nos ubiquemos bien a la hora, tanto de reflexionar, cuanto de ejercer políticas justas. ¿Desde dónde y hacia dónde miramos la realidad por medio de la cual Dios nos rodea y nos abraza? Ciertamente desde abajo y hacia el todo, desde los pobres y desde las víctimas de la codicia política y económica. No es nada fácil cuando el corazón y la inteligencia están vendidos o prostituidos por el dinero o el poder. Aunque algunos serían felices viendo a los Obispos atrincherados en las sacristías, he de decir que de eso... nada. Nos toca iluminar, con el evangelio en una mano y la doctrina social en la otra, el mundo nuevo en el que la justicia y la paz tengan su habitación.

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