Las sedes en Ecuador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Flacso y de la Universidad Andina Simón Bolívar, UASB han sufrido un injustificable pero típico atropello de parte de la dócil mayoría con la cual el gobierno impone su férrea voluntad en la Asamblea Nacional.
Según un reciente comunicado firmado por el Doctor Teodoro Bustamante y la Doctora Cristina Cielo de Flacso, “la reforma a la Ley Orgánica de Educación Superior que aprobó la Asamblea Nacional el martes 13 de diciembre (…) elimina la asignación presupuestaria que por ley venía percibiendo desde el año 2000. (…) La reforma a la LOES limita la autonomía de las universidades de posgrado, sujetándolas a una arbitraria política de entrega anual de recursos para su funcionamiento, sin ninguna garantía para la continuidad de sus programas docentes y su trabajo investigativo.”Tres aspectos de esta realidad –el qué, el cómo y el por qué- merecen comentario.
El qué es claro: la reforma hará difícil sino imposible que estas dos instituciones académicas serias, respetadas, respetables y reconocidas en el país y el mundo, puedan continuar brindando su valioso aporte a la formación de personas que se atrevan a discrepar, que porque piensan libremente se pudieran oponer a proyectos únicos y a salvadores de la patria que todo lo saben y todo lo controlan. Defender a la FLACSO y a la UASB en este trance es defender la libertad de pensamiento, elemento esencial de una sociedad que se niega a ser esclavizada.
El cómo también es claro, e igualmente repudiable: las disposiciones que afectan tan severamente a la economía de la Flacso y de la UASB nunca fueron planteadas ni discutidas: al contrario, fueron introducidas literalmente “entre gallos y medianoche”, tal como se deciden reformas “legales” en lugares como Cuba y Venezuela que algunos todavía describen como “paraísos democráticos”. Defender a la Flacso y a la UASB en este trance es también defender no la ficticia, sino la verdadera democracia, en la que seres libres debaten abiertamente, y en la toma de decisiones, la mayoría concilia, respetando a la minoría que discrepa.
El por qué es menos claro, pero podemos hacer una razonable conjetura: la podredumbre de la corrupción, de las manos puercas y los corazones ardientes por monedas, no por la moral, ya había comenzado a destaparse con el escándalo de Petroecuador. Pero creían haber logrado distraernos con lo de la ley de plusvalía. Entonces saltó la noticia de las coimas de Odebrecht. Vuelven a tratar de distraernos, porque nos creen tontos. Defender a la FLACSO y a la UASB en este trance es además defender nuestra dignidad, diciéndoles que no somos tontos, que podemos enfocarnos en varios temas, que defenderemos nuestras libertades y, al mismo tiempo, exigiremos que no haya impunidad.
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