En una nueva demostración de respeto y entrañable afecto a los “periodistas mediocres y corruptos”, el Presidente de la República ha manifestado, en una radio de Sigchos, que “pareciera ser que todo el mundo está en contra de la Ley de Comunicación y que Rafael Correa es un dictador, que solo quiere apoderarse de los medios de comunicación y la ley mordaza, que para algunos periodistas más preciso debería ser ley bozal”.
Bozal, según el Diccionario de la Lengua Española significa, entre otras acepciones, “Bizoño, inexperto en algún arte u oficio. Simple, necio o idiota.
Tratándose de caballería, cerril, no domado. Esportilla, comúnmente de esparto, la cual, colgada de la cabeza, se pone en la boca a las bestias de labor y de carga, para que no hagan daño a los panes o se paren a comer.
Aparato, comúnmente de correas o alambres, que se pone en la boca a los perros para que no muerdan.
Tableta con púas de hierro, que se pone a los terneros para que las madres no les dejen mamar.
Adorno con campanillas o cascabeles, que se pone a los caballos en el bozo.
Bozo, ramal o cordel que, anudado al cuello de la caballería, forma un cabezón”.
En el hipotético caso no consentido de que se llegara a expedir la ley que ha sugerido el Presidente, lo acertado y saludable sería que primordialmente sirva para morigerar las diatribas que se irrogan insistentemente contra la prensa libre, a través de los numerosos medios incautados, que están al servicio del Gobierno, y que contenga un capítulo especial para elevar el nivel -soñar no cuesta nada- de los informes sabatinos.
Y otro capítulo para tratar de regular, desde ya, el canal televisivo al que aspira el cuestionado Presidente de la Asamblea, para no tener que esperar que los actuales “dueños” de los medios públicos le concedan uno que otro espacio para divulgar el trabajo y los logros de esa Función del Estado, en la que la ciudadanía depositó su fe y su esperanza de que esta vez sea diferente a los desprestigiados congresos de la “larga y obscura noche neoliberal”, pero, lamentablemente, la realidad demuestra que es igual en varios aspectos, con los mismos atropellos, cálculos y malas artes, pese a lo cual unos cuantos proyectos de ley tramitados bajo esa tónica yacen o corren peligro de ir al limbo, especie de bodega a del recinto legislativo, una vez que el Papa anunció su inexistencia.
Lo importante es que con o sin ley bozal, se respete a las dignidades y a las personas, a los organismos legalmente constituidos y a la opinión ajena; que se dejen de lado autoritarismos y amenazas y que se demuestre seriedad y verticalidad, de lado y lado.
Esa es la mejor manera de conseguir, en democracia, la solución de los problemas de la Patria que crecen día a día.