Les toca a los emergentes

Esa parecería ser la comunión de ideas de lo que podrá ocurrir si el proceso de ajuste de las economías maduras concluye, como bien se lo ve desde mayo pasado cuando cambiaron las coordenadas de los mercados internacionales por la evolución de los principales indicadores, y da paso a la etapa de recuperación, lenta pero sostenida de las actividades cotidianas.

La angustia en los países desarrollados terminó. El euro sobrevive. El dólar se fortalece. Cambian los flujos de capitales. Se deprecian las monedas de muchos países. Suben las tasas de interés. Sufren las reservas internacionales. Se deslizan los precios de los productos básicos.

Hay preocupación sobre la sostenibilidad del estatus alcanzado por los antes conocidos países periféricos a lo largo de estos años, en los cuales se profundizó el proceso de consolidación económica, cuyos inicios se remontan en algunos casos a la década de los ochenta, conocida como perdida, pero que en el fondo no fue tan mala pues sirvió para desechar viejos paradigmas y obligó a tomar decisiones complejas, enmarcadas en una concepción más ordenada y previsible de desarrollo.

Por aquella época, los despiertos comprendieron las causas del colapso. Las interiorizaron a pesar del dolor circunstancial e inevitable que debieron aceptar y decidieron no volver a incurrir en esos errores históricos. Se comprometieron a sostener el nuevo camino a pesar de las vicisitudes del día a día que nubla el horizonte y puede alterar la estrategia.

El resultado final permitió posicionarse en una situación sólida que atemperó las influencias de la crisis de inicio de siglo. Ahora, el reto es adecuarse a los cambios que ese fin de etapa exige.

En apenas cuatro meses salieron 66 000 millones de dólares de los países emergentes y cuando el FED decida recortar su programa de ayuda monetaria, el drenaje conjuntamente con el encarecimiento del financiamiento será mayor al incurrido. Empezará el fin del ciclo del dinero barato y abundante, que lleva a depreciar el valor de los activos.

Pues bien, algunos países empezaron a defenderse: los BRIC crearon un fondo de emergencia de 100 000 millones para mitigar la vulnerabilidad externa. Otras acciones van desde la eliminación de los impuestos al ingreso de capitales (Brasil), subidas de las tasas de interés para atraer capitales y frenar los deslizamientos cambiarios o, enfrentar la devaluación de las monedas por la restricción financiera (Brasil, Perú, Chile, Méjico, Colombia, India).

El horizonte ya no es boyante ni igual para todos. El Producto Interno Bruto crece a ritmo inferior y exige acciones inmediatas. No se libra nadie. Los despiertos volverán a sentir que actuaron con oportunidad.

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