Sí. Todo se ve dependiendo del cristal con que se mire. Y el cristal que usa alguna gente de poder es, de veras, milagroso. La delegación de asambleístas de la Comisión de la Biodiversidad parece que se puso los lentes de no ver, a la hora de darse su paseo por el río Napo hace unas semanas. Con esos lentes no se ve Chiro Isla ni el puerto que lleva al bloque 31 y las enormes gabarras cargadas de material ancladas ahí. Ni se ve la preocupación de alguna gente por el cambio anunciado de cabecera cantonal.
No se pasearon por el sendero ecológico para comprobar, con sus propios ojos, los trabajos pulcros que se vienen haciendo ahí. Vieron, y se asombraron, de Edén y la tecnología. Pero no se ven los contratos y convenios incumplidos que reclama la comunidad.
Tampoco se ve nada del derrame ocurrido hace poco con tecnología de punta.
Los lentes que usan son de última tecnología: se ve lo que se quiere ver y no se ve aquello que molesta a la vista.
No se ve nada de la consulta inconsulta. Solo se ve a unas comunidades que saltan de contento cuando reciben el primer cheque de compensación por los trabajos realizados en su territorio.
Los lentes de las autoridades tienen rayos láser. Se ve todo como en la propaganda, en alta definición y para ser vistas en pantalla gigante LED, como las que se utilizan para ver el Mundial de Fútbol. Se ve todo nítido. Hasta los guacamayos. Y el sentir y latir de las personas.
Sus lentes están regulados. Se ve con ellos la estación del Shiripuno y el enorme trabajo de monitoreo que comprueba que en el bloque 31 y en el 43 ni huella, por el momento, de los grupos indígenas aislados. Pero no se ven las evidencias que hay –o que había- en la zona de Armadillo, donde están trabajando sin descanso en tareas petroleras sin que a nadie parezca importarle.
Los lentes y los audífonos que usa la gente de poder son a prueba de malas visiones y de malas noticias también. Por eso no les gusta la prensa, que rara vez trae buenas. Se ve mejor y más claro el paraíso ecuatoriano, los paisajes de Sierra, Costa y Amazonía tan bucólicos de All you need is Ecuador. Eso nos eleva el autoestima, tan aplastada por el trauma colonial que llevamos dentro. Con eso basta y sobra.
Esos lentes hacen que se vean borrosas algunas cosas de la vida real. Sobre todo aquellas que estorban y que empañan la visión de progreso, como el hospital flamante pero sin especialistas que hay en Coca. Esos lentes solo sirven para ver escuelas del milenio por todas partes. Pero no dejan ver la ortografía tan precaria, no de alumnos, sino de maestros.
Los lentes revolucionarios permiten ver que todo avanza vertiginosamente. Para que avance mejor, no estaría demás cambiar de cristal alguna vez, ponerse los lentes comunes, y ver algunas cosas que nadie quiere ver.
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