La lucha que lleva adelante buena parte del pueblo venezolano, con sus estudiantes a la cabeza del reclamo de libertad, conmueve, porque enfrentar a un régimen como el de Maduro se hace al riesgo de la propia vida. Una consigna que levantó estos días un grupo de muchachos grafica nítidamente la determinación de estos jóvenes: “Mamá, me voy a luchar por Venezuela, si no regreso me fui con ella”.
Mientras tanto, por nuestro país las respuestas del Gobierno, del Frente Amplio y de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) aunque no sorpresivas fueron deplorables. La clásica hemiplejia moral de la izquierda quedó expuesta de forma repugnante defendiendo a un Gobierno que avasalla la libertad de expresión, de reunión, la separación de poderes y las más elementales garantías para las personas.
Cuesta creer que en pleno siglo XXI y después de la última traumática experiencia que atravesó nuestro país haya uruguayos que defiendan a un Régimen que reprime con violencia manifestaciones estudiantiles, que encarcela líderes opositores, que censura a la prensa y todo en nombre de que “el proceso cívico-militar no se va a dejar amedrentar” como manifestó la Ministra de Defensa de Nicolás Maduro. Los demócratas de cualquier país no pueden callar sin ser cómplices. Si un Gobierno extranjero legítimo en su origen y en su ejercicio no nos gusta, mala suerte, es la decisión de su pueblo y en tanto tal, inapelable. Pero un Régimen autoritario no es producto de la autodeterminación sino de la usurpación.
Cuesta creer que la izquierda criolla siga anclada en su pensamiento de hace cincuenta años sin haber entendido que, como decía Wilson Ferreira, el problema no es que sea una dictadura de derecha o una dictadura de izquierda, el problema es que sea una dictadura.
Son muchos los temas en que el Frente Amplio tiene opiniones distintas dependiendo de dónde y con quién se trate, pero cabe preguntarse qué tan sinceras son sus convicciones democráticas si son capaces de defender un régimen como el de Maduro. Se dirá, y seguramente es cierto, que muchos legisladores frenteamplistas en su fuero íntimo están con los estudiantes venezolanos y no con los tanques del Ejército, pero al tener una posición pública contradictoria hacen mucho daño.
América Latina ya ha padecido lo suficiente de dictaduras de izquierda y de derecha como para que tengamos que señalar cosas tan obvias como que toda dictadura es mala. Es decepcionante que en vez de afrontar los desafíos reales del desarrollo, de la inclusión, de la educación, se pierda tiempo teniendo que defender al sistema democrático.
En 1999 en un spot publicitario del Nuevo Espacio, Rafael Michelini decía: “El coronel Chávez atropella la democracia en Venezuela, tiene olor a dictadura.
Sin embargo, una parte del Frente Amplio lo aplaude y otra parte disimula.
El País, Uruguay, GDA