El Gobierno de la revolución ciudadana llevaba poco tiempo en el poder pero ya había iniciado esa actividad política febril que no ha cesado hasta hoy. Una figura del Gobierno comentó, en una reunión privada, que no estaba de acuerdo con todas las decisiones presidenciales, que algunas le provocaban vértigo y luego, como para justificar, añadió esta frase lapidaria: “Pero todo le sale bien”.
Bastaría esta frase para explicar la revolución ciudadana. Sugiere que el Presidente no ha tenido colaboradores sino admiradores; que algunas decisiones pueden haber sido audaces, incluso temerarias, otras pueden haber sido consideradas escandalosas, jurídicamente cuestionables o claramente inconstitucionales, pero nada podían refutar sus admiradores porque “todo le salía bien”. La frase revela el valor mágico que le adjudicaban a los resultados.
Al cumplir el quinto aniversario, varias figuras del Gobierno estarán recordando con añoranza aquellos días en que todo le salía bien al Presidente. Ahora ya no le sale todo bien. No le salió bien el 30 de septiembre; le dejó una herida, tal vez incurable, con la Policía y los militares; no pudo imponerse, a ningún precio, la versión oficial. No le salió bien la revolución en la salud; hubo más dinero, más médicos, más enfermeras, más medicinas, más publicidad, pero no cambió la realidad.
No le salió bien la guerra con la prensa; desprestigió a los medios, dividió a los periodistas, acumuló periódicos, radios y canales oficiales, pero pagó un precio exorbitante: su imagen internacional se desmoronó, de pocos presidentes se ha hablado tan mal en tantos periódicos del mundo. No le salió bien la Ley de Comunicación; intentó varios proyectos con varios autores pero nunca alcanzó los votos para su aprobación. No le salió bien la metida de manos en la justicia; ganó la consulta, se instaló el triunvirato de la judicatura, pusieron y quitaron jueces, pero no tuvieron credibilidad, no acertaron en designar veedores y con el primer caso que resolvió la Nueva Corte se desvaneció la esperanza.
No le salió bien el juicio contra el diario El Universo y los autores de ‘El Gran Hermano’; consiguió veredictos a su favor, pudo enviarles a la cárcel y exigirles millones en reparaciones, pero tuvo que echar pie atrás. No resultaron convincentes el daño espiritual, la autoría coadyuvante y la agilidad de los jueces.
No le salió bien la Iniciativa Yasuní; cambió los gestores, les envió por todo el mundo y solo obtuvo algunas promesas. No le salió bien la política internacional; ha asistido a cumbres y ha liderado propuestas, pero no le hacen bien amigos como Castro, Chávez o Ahmadinejad; no le ayudan enredos como el de los cuarenta kilos de cocaína en la valija diplomática. Definitivamente, ya no le sale todo bien.