Los nacionalistas latinoamericanos estamos de luto. Falleció Hugo Chávez. No hay un solo país en el inmenso espacio que no recuerde alguna ofensa, algún despojo o alguna arbitrariedad por parte de los grandes imperios que se consolidaron en el siglo XX luego de las dos guerras mundiales.
Siempre periféricos y dependientes, nosotros los latinoamericanos. Inclusive la ONU concluyó por ser la expresión de una oligarquía internacional. Qué extraordinario resulta que en nuestros países un fuerte sentimiento nacionalista se haya mantenido en el tiempo. Cayéndonos y levantándonos. Presidentes latinoamericanos que optaron por el suicidio, o fueron defenestrados. Movimientos políticos que concluyeron como una conseja familiar que daba cuenta del país que quiso ser. Pese a todas nuestras vicisitudes, a todos esos nuestros pecados mortales de omisión, huesos duros de triturar nuestros pueblos. El español que hablamos, invencible. Los escritores hispanoamericanos, en primera fila de entre los mejores. Nuestros científicos familiarizándose con las nuevas tecnologías. Países de inmensos recursos naturales, los nuestros. Porque viene al caso, en Venezuela las mayores reservas de petróleo del mundo. En contraparte, para nuestra vergüenza y humillación, un 50 por ciento de la población latinoamericana en el nivel de pobreza, con unos tantos millones que ya rodaron a la miseria.
Es el telón de fondo. Lo de estos días: el fallecimiento de Hugo Chávez, el nacionalista venezolano cuyas fronteras fueron más allá de las de su patria. Un adelantado de la integración latinoamericana, no ya de la retórica tan manoseada por todos. De la concreta, la de las grandes realizaciones, la de aquellas que nos permitirían ser libres y soberanos. Por fin al cabo de siglos, el latinoamericano que comprendió que los problemas de su país eran exactamente los mismos que los de todo un subcontinente, y las causas eran las mismas. Tuvo la gallardía de orientar recursos económicos importantes a obras de desarrollo de países hermanos.
Un militar latinoamericano auténticamente revolucionario el coronel Chávez. Debe considerársele en los círculos castrenses como el mentalizador de una nueva doctrina en la que las hipótesis de guerra se transformaron diametralmente: adiós a esas carreras armamentistas con las miras puestas en los países vecinos. Esa historia trágica de Paraguay y Bolivia, Perú y Ecuador, Chile y Argentina, Guatemala y México.
En lo social la obra del régimen de Chávez no tiene parangón en la historia venezolana, según se asegura con estadísticas en la mano. Nacionalismo y políticas sociales en beneficio de las mayorías, en gran medida definen el socialismo del siglo XXI, cuyo papel histórico y protagónico le correspondió al coronel Chávez. Del resto, apenas hechos coyunturales.