Durante la Colonia los súbditos tenían que pedir permiso al rey para importar, exportar, abrir un negocio, vender libros, migrar. El rey, por medio del burocrático Consejo de Indias, lo concedía o negaba, según sus intereses; por ejemplo, negando la circulación de libros que contenían ideas antimonárquicas, o comercializar productos que eran monopolio estatal.
200 años después, los súbditos aún debemos pedir permiso al gobierno para algo tan sencillo como traer celulares para vender, permiso que será probablemente negado, según los intereses de la ‘autoridad’ (debería ser ‘servidor público’).
Estas medidas que limitan la libertad económica de los ciudadanos son perjudiciales, pues atentan contra un derecho humano básico: el de ganarse la vida; derecho primordial que permite el goce de otros como la vida, salud, educación, etc.
Lástima que en el país sea más fácil ser carga para los demás, recibiendo subsidio, que ganarse la vida productivamente.