Dudo mucho que Guillermo Lasso pueda triunfar en las próximas elecciones utilizando la misma retórica que su competidor más fuerte, Rafael Correa. En el baratillo de ofertas, Correa tiene las de ganar porque sus promesas son más creíbles que las del resto ya que él maneja los recursos públicos desde hace cinco años.
Cuando Lasso dijo que, de ser electo, subirá el Bono de Desarrollo Humano (BDH) de 35 a 50 dólares mensuales, no sólo se puso en una situación política desventajosa, sino que marcó el tono de lo que pudiera ser el debate electoral durante los próximos meses.
En vez de cuestionar los ‘logros’ económicos de este Gobierno, de discutir los riesgos de su autoritarismo o de apuntar los daños que ha hecho al país la errada política exterior de este régimen, Guillermo Lasso prefirió debutar en la arena electoral con un tema de alarmante tufo demagógico.
Hábil como es, el presidente Correa no desaprovechó el error de bulto de su contrincante asegurando en que él mismo se encargaría de subir el BDH a 50 dólares y que financiaría ese incremento con las utilidades del sector financiero ecuatoriano (del cual el candidato de CREO es un miembro conspicuo).
La réplica política de Correa fue impecable no sólo porque se adueñó de la iniciativa –populista y demagógica– de Lasso, sino que le forzó a callar: si Lasso criticara la medida planteada por Correa aparecería como si estuviera defendiendo los intereses particulares de su sector…
Este paso en falso no sólo ha perjudicado la candidatura emergente de Lasso sino que ha puesto en vilo al sistema financiero y a los agentes económicos que dependen de él. Después de este malhadado episodio del bono, muchos estarán preguntándose sobre si el candidato de CREO estará bien equipado para enfrentar con éxito a un candidato tan diestro como Correa.
Si realmente desea ganar, Lasso deberá pensar nuevamente su estrategia. Su candidatura y el debate político ganarían en contenido si el ex banquero convertido en político pone su experiencia y conocimiento al servicio del país.
Por ejemplo, en vez de proponer un incremento unilateral del bono –al más puro estilo chavista o correísta– pudo haber planteado la creación de un fideicomiso público-privado dedicado a proyectos sociales y manejado por representantes de ambos sectores, donde todos los ecuatorianos podamos aportar, a cambio de beneficios tributarios o de otra índole.
Una propuesta así le hubiera dado a Lasso la oportunidad de debatir sobre la eficacia del BDH que lleva ya más de una década de vigencia, sin que se vislumbre como un mecanismo eficiente para derrotar la pobreza.
Esta campaña está clamando a gritos por un debate serio, no por propuestas demagógicas.