El ambiente sigue caldeado luego de las dos vueltas y los dos candidatos finalistas se sienten triunfadores, tanto que uno de ellos ya pide que le llamen presidente y se reúne con el cuerpo diplomático y el otro exige que Juan Pablo revise las 40 mil actas.
Los chullas quiteños sostienen que el auténtico binomio oficialista es Correa-Moreno. Por su parte, el ex banquero del barrio Guillo Lasso se niega a volver a su negocio. No cede en sus aspiraciones porque teme que si lo hace tenga que enfrentar en el 2021 a un candidato más temible que Lenín.
El Gran Jefe Rafi prepara ya su viaje, previsto para julio, y a ratos se arrepiente de abandonar Carondelet. Pero reitera que está cansado, sobre todo luego de los muchos meses de inauguraciones y viajes a provincias para que gane fácil el amigo Lenín. La votación de la segunda vuelta ratificó la segunda parte de su despedida. “El país también está cansado de mí…”. Los chismosos dicen que luego de diez años de gobierno total medita en la próxima etapa de su vida, seguramente en Bruselas. ¿Dedicado a…? Pues ¿a quehaceres domésticos? bromea. O a una cátedra, dice algún amigo. Otro sugiere “talvez a la embajada del Ecuador… si gana nuestro amigo…”.
Cuando Lenín dejó la vicepresidencia pensó retirarse de la política, según lo dijo en más de una oportunidad. Esa función fue un ciclo importante de su vida, luego de que enfrentó momentos amargos. Pero tuvo una sorpresa. Fue cuando le informaron que las encuestas le daban un buen puntaje y eso sucedía mientras Alianza País buscaba un candidato. Cambió, pues, otra vez el rumbo de su vida y más cuando el 2 de abril se encontró como presidente electo, aunque con una impugnación.
Desde entonces, con el apoyo de su binomio -ya saben cuál- Moreno realiza ensayos de sabor presidencial, alguno de los cuales, como la presencia del cuerpo diplomático, supera a los que han realizado los gobernantes anteriores. Pero si se confirma su elección, enfrentará problemas muy serios. Que le vaya bien.
El otro personaje de la temporada es Guillermo Lasso, constantemente fustigado como banquero pero cuya entrega a su postulación presidencial fue realmente notable. Recorrió doce veces el país, se levantó muchas veces a las cinco de la mañana, fue sumando partidarios, acompañado de principio a fin con su señora.
En esta jornada logró clasificarse finalista, aunque en la primera vuelta tuvo un millón de votos menos que Lenín Moreno, y se entregó -con entusiasmo y cada vez con mayor acogida- a la tarea. Luego de que el candidato aliancista Lenín Moreno fue declarado triunfador, con escasa ventaja (51,14% de votos válidos frente a 48,86%) la dirigencia de Creo habló de fraude y destacó que encontró irregularidades e impugnó 4 243 actas. Es lo que vemos hasta hoy.