Por la afirmación oficial de que queda lista, servida y en buenas condiciones las finanzas públicas, daría la impresión que todo queda muy bien, sin mayores problemas y que la crisis pasa.
Por tanto, el país no tiene por qué preocuparse a partir del 24 de mayo próximo cuando empiece su gestión el nuevo gobierno. Sin embargo, reconocidos expertos vinculados a dos instituciones serias y respetables -Análisis Semanal de Guayaquil y Cordes de Quito- basados en datos oficiales del Banco Central, el Ministerio de Finanzas y otros, demuestran su profunda preocupación por el futuro económico.
Grandes desequilibrios ponen a la vista, con la herencia de una enorme deuda externa e interna, necesidades apremiantes para cubrir obligaciones, con pedidos de empresas extranjeras y nacionales (Schlumberger por un mil cien millones USD) que demandan pagos y el cumplimiento de compromisos del Estado. Queda una enorme deuda externa de más de USD 25 mil millones, casi tres veces más de lo que recibiera en el 2007, y una deuda interna de más de 12 mil millones, casi cuatro veces de hace 10 años.
Cada mes el Banco Central le presta al ministerio de Finanzas para que pueda cumplir sus compromisos urgentes y cubrir el enorme gasto público. El saldo último, según datos oficiales, nada menos que USD 5805 millones. El Banco Central dispone de depósitos de las empresas públicas, organismos seccionales y los fondos del sistema bancario privado, que son dineros de los depositantes.
¿Qué decir del IESS, que queda seriamente golpeado y se pone en riesgo su sostenibilidad a futuro si el Estado dejó de aportar anualmente para el fondo de jubilaciones y desconoce una deuda de más de USD 2 500 millones en salud, a pesar de los compromisos firmados por autoridades del régimen saliente, que luego niegan y de un plumazo deciden eliminar por arte de magia. Si el IESS se sigue gastando sus fondos sin reponer ni recibir del Estado, cuánto puede durar en estas condiciones, en medio de la indiferencia de las nuevas generaciones, que no se preocupan y no tienen idea qué les quedará cuando lleguen a la edad de jubilación?
¿Esto es dejar la mesa servida al próximo gobierno? Cómo va a afrontar esta realidad? ¿Qué va a pasar si no toma correctivos urgentes e intenta seguir pateando el problema hacia adelante hasta cuando resista la crisis, lo cual sería irresponsable? Si se toma con seriedad y sin discursos demagógicos, se torna imperiosa la necesidad de buscar acuerdos fundamentales, sin el juego de números actuales. Es fundamental volver a recuperar la confianza de los agentes económicos de los cuales el país no se puede sustraer ni aislar, peor en las actuales condiciones que requiere renegociar deudas y la presencia de mayor inversión extranjera.