El juego del dictador

Ahora que es fecha de dar y en la que mucha gente se siente bien por su generosidad, vale la pena reflexionar sobre qué tan generosos somos los humanos.

Hace varias décadas, algunos economistas llegaron a la conclusión -mediante experimentos realizados con personas de distintas edades y en distintas culturas- de que los humanos aparentemente somos más altruistas de lo que ellos suponían. Uno de los experimentos más comunes de entonces era un juego en el que participan dos personas que no se conocen ni se ven entre sí. La primera persona -llamémosle Juan- recibe 10 dólares y debe plantearle a la segunda -llamémosle María- la repartición de ese monto entre los dos; por ejemplo, 3 dólares para ella y 7 dólares para él. María debe aceptar o rechazar la propuesta de repartición. Si la acepta, ambos se dividen el dinero según lo acordado. Si la rechaza, ninguno recibe nada. Después de hacer el experimento con cientos de participantes, se halló que los Juanes ofrecen a las Marías, en promedio, más de 6 dólares, lo cual insinuaba que los humanos somos bastante generosos.

Pero aquel experimento era inapropiado para determinar la generosidad de los humanos. Como la propuesta hecha por Juan puede ser rechazada, lo que luce como un acto de generosidad finalmente también responde a intereses personales. Entonces, los investigadores desarrollaron un juego más simple, en el que Juan decide cómo repartir sus 10 dólares y María no puede rechazarle la oferta. Lo bautizaron, de manera gráfica, como el juego del dictador. El resultado: el 70% de los Juanes dona algo y la donación promedio es de 2,50 dólares, lo cual parecía confirmar que los humanos tenemos cierto grado de generosidad.

En años más recientes, John List, profesor de economía en la Universidad de Chicago, hizo una pequeña modificación a este juego. Al igual que en el anterior, Juan puede dar una parte de sus 10 dólares a María, pero ahora también puede tomar un dólar que ella recibe. En pocas palabras, el dictador decide cómo repartir los 11 dólares que ambos tienen en total. Como consecuencia de este cambio minúsculo, sólo el 35% de los Juanes dona algo a las Marías -la mitad que en el juego anterior- y la donación promedio es de 1,50 dólares.

Finalmente, el profesor List realizó el mismo experimento con un ajuste adicional. Ahora Juan y María tienen 10 dólares cada uno y, nuevamente, Juan decide cómo repartir el total. En este juego sólo el 10% de los Juanes dona y ellos se cogen, en promedio, 1,50 dólares de las Marías.

Con experimentos que se asemejan más a la realidad, pues en la vida uno no sólo puede donar sino también cogerse lo ajeno, John List ha demostrado que los humanos no somos un dechado de generosidad y que mediante pequeños cambios en los incentivos unos angelitos pueden convertirse en unos rateros. Feliz Navidad, vivísimos.

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