¿Assange para siempre?

Hace dos años, Julián Assange se refugió en la Embajada del Ecuador en Londres, a fin de escapar de la justicia sueca que lo buscaba para que respondiese por acusaciones relativas a delitos sexuales. Al concederle asilo, el Ecuador fundamentó su posición en las convenciones interamericanas, de las que Gran Bretaña no es parte, y adujo que Assange era un perseguido político por haber revelado miles de documentos secretos, especialmente de Estados Unidos, sobre actividades de espionaje en todo el mundo. Añadió que la eventual extradición de Assange a Suecia le haría correr el riesgo de ser entregado a la justicia estadounidense, lo que podría poner en peligro su vida.

Desde cuando Assange recibió asilo, el Ecuador le ha permitido realizar actividades que, a la luz del derecho internacional, resultarían discutibles si no abiertamente ilegales, como tomar decisiones privativas del Gobierno ecuatoriano en el caso de Snowden o hacer campaña para ser elegido miembro del Parlamento australiano, entre otras. No hace mucho, el Daily Mail informó que Assange estaba organizando un desfile de modas en el que tomaría parte como “modelo”. Muchos han visto en esta actitud permisiva del Ecuador un desconocimiento o menosprecio de los límites que el Derecho Internacional establece en cuanto a la conducta del asilado.

Otros han considerado que tales actividades corresponden al ejercicio de derechos humanos que no pueden serle negados.

Por otro lado, la Convención sobre Agentes Diplomáticos, que obliga a los dos países, señala que las inmunidades y privilegios se conceden, no en beneficio de las personas “sino  con el fin de garantizar el desempeño eficaz de las funciones de las misiones diplomáticas en calidad de representantes de los Estados”.

Los locales diplomáticos -si bien son inviolables- no pueden ser utilizados de manera incompatible con los fines de la misión.
¿No sería bueno que la Cancillería ecuatoriana meditara al respecto, en defensa de la dignidad de nuestro país?

Parece que Londres se ha abstenido de formular reclamos sobre la conducta de Assange, lo que se explicaría porque, al desconocer
la institución del asilo, el Reino Unido no ­puede usar como argumentos las normas que a ella se aplican. Pero dos años sin reclamos no pueden, sin embargo, tomarse como aquiescencia.

Después de una reciente visita del ministro Patiño a Assange, se ha informado que el asilado pronto saldría de la Embajada. Como la naturaleza jurídica del problema no ha cambiado y tampoco se ha registrado progreso alguno en el orden político, hay que concluir que la situación personal de Assange, incluso su salud, sería el factor que le llevaría a poner fin a su permanencia en la Embajada. El pueblo ecuatoriano tiene derecho a ser informado con claridad a este respecto.

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