Conscientes e inconscientes

En 1985, sufrí la seria desaprobación de mi madre cuando hablé bien del Dr. Víctor Paz Estenssoro, quien en 1952 había exiliado a mi padre de nuestra Bolivia natal, motivo por el cual mamá lo detestaba.

Las políticas estatistas que Paz Estenssoro había instaurado y su sucesor, Hernán Siles Suazo, había profundizado, llevaron al país a un desastre similar al que hoy en día está viviendo Venezuela. Entre mayo y agosto de 1985, la hiperinflación en Bolivia había llegado a una tasa anual del 60 000%, nivel de inflación en el cual un pan que hoy cuesta 10 centavos costaría 60 dólares al cabo de 12 meses.

Pero en 1985, Paz Estenssoro había reconocido que las viejas fórmulas de la izquierda recalcitrante habían llevado a que, como él lo expresó, “la patria se esté muriendo”. Y habiéndolo reconocido, este viejo enemigo de mi familia cambió de rumbo y salvó a Bolivia. Es por esa madurez, esa decencia mental y moral, esa capacidad para ser consciente ante la realidad, por dolorosa o incómoda que resulte, que hablé bien de Paz Estenssoro.

Inconsciente es la insistencia de George W. Bush de que hubo armas de destrucción masiva en Iraq, engaño (¿autoengaño?) con el cual pretende justificar su enorme contribución a la espantosa debacle en la que se halla sumido Oriente Medio.

Inconsciente es la declaración de la Ministra venezolana de Salud ¡por increíble que resulta! de que el desabastecimiento de pasta de dientes en su país se debe a que los venezolanos se lavan la boca tres veces al día. Inconsciente es la afirmación del actual presidente boliviano, Evo Morales, de que el destape de la vergonzosa y deprimente corrupción de Lula da Silva y Dilma Rousseff es una conspiración de la derecha brasileña para recuperar el poder por golpe legislativo.

Al contrario, consciente fue la acción de los diputados argentinos que se desafiliaron del kirchnerista Frente para la Victoria y votaron con el gobierno de Mauricio Macri para resolver el problema de los llamados ‘fondos buitre’. Su acción consciente de aceptar y enfrentar la realidad permitirá el retorno de la Argentina a los mercados financieros internacionales y, con el tiempo, a la salud económica.

Consciente es la actitud de Barack Obama al haberse dado cuenta de que el embargo a y la confrontación con Cuba no han surtido ningún efecto positivo y, al contrario, han retardado las reales posibilidades de traer libertad al agobiado pueblo cubano.

Consciente es la postura del papa Francisco de reconocer, enfrentar y buscar erradicar el cáncer de la pedofilia entre el sacerdocio de la Iglesia Católica.

Si la realidad lo amerita, reconocer errores pasados y cambiar de rumbo requiere de objetividad, decencia, valentía y humildad. Sobre todo, ser consciente significa poner el interés común por encima del ego.

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