Y claro que debe estar cansado, comenzando porque lleva 9 y más largos años de “campaña total”, sin descansar los sábados, llegando tarde a casita, realizando campañas electorales -inclusive una a favor de Augusto Contrabarrera-, confrontando con los adversarios y contra unos tantos enemigos, cantando de vez en cuando, reuniéndose con su cuarteto íntimo- Mera, Patiño, los ñaños Alvarado-, siguiendo la campaña de Emelec y viendo uno que otro partido, viajando los martes a Guayaquil, recorriendo el Ecuador del Carchi al Macará y de la Costa a la Amazonía para las sabatinas, incluyendo unos kilómetros en bicicleta, la noche cultural, las cinco horas ante el público, uno o dos -hasta tres días- en Carondelet, el historial de varias campañas electorales -hasta que lleguen los tres años de descanso previos al 2017.
Las tareas presidenciales son no solo numerosas sino importantes en todos los países y, por cierto en el Ecuador, y más si duran nueve años y todavía falta uno.
Los gobernantes suelen apoyarse en los ministros, que en el caso que tratamos pasan de cuarenta, generalmente con dos viceministros cada uno y sus respectivos asesores. Todos ellos, unos más y otros menos, fueron, sin duda aportes, pero con la circunstancia de que -según versiones dignas de crédito- los numerosos ministros siempre se sintieron en la obligación de consultar con el Gran Jefe tanto como sea posible hasta que se vaya cansando. El elenco ministerial fue, pues, un aporte para el trabajo como también para el cansancio. De eso no hay duda.
La época de vacas flacas -que se hizo presente luego de una larga y sabrosa etapa de vacas muy gordas- consta entre los aportes para el cansancio. También para las iras. No solo comienza a escasear más la plata sino que hay que buscar nuevas fuentes para los odiosos dólares. Amargo y más si eso sucede cuando está pendiente un maldito lapso para la entrega del mando. Y cuando los perversos adversarios comienzan a decir que la culpa no es solo por la baja del precio del petróleo sino por razones de gasto público y falta de simpatía al ahorro.
El del martes, presentado con tendencia al optimismo, no fue, según nuestro concepto, el último informe. Está pendiente uno más que deberá ser presentado el 24 de mayo del 2017, con los detalles de lo que suceda en este último año que -como es reconocido en todos los ámbitos- se presenta muy difícil y merece todos los esfuerzos presidenciales y nacionales para un final aceptable.
El Jefe Rafael no solo reiteró algo que mencionó en más de una oportunidad sobre el cansancio sino que dijo una segunda parte: el país también se está cansando. Un reconocimiento interesante pero con la circunstancia de que falta todavía un año para el final del período y cuentan dos circunstancias inquietantes. El paso lento de los días y la búsqueda cada vez más intensiva de recursos.
Las horas van a ser más largas.
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