Laestrepitosa derrota electoral del chavismo es un claro declive del ciclo de izquierda en América Latina. No fue solo un voto castigo sino una demanda de cambio. En varias elecciones anteriores, ya hubo indicios, como la reducción del voto de sectores sociales “seguros”. No fue por razones económicas, cuanto por el cansancio del lado populista o del autoritario y centralista, una lasitud por el regreso de lo de antes: corrupción o abusos del poder concentrador. Uruguay hace excepción por sus sólidas instituciones políticas y la renovación democrática del pluralista Frente Amplio.
El problema mayor ahora es que no hay aún alternativa económica. Las derechas se han renovado con una modernización política, sin un cambio sustantivo en ideas económicas, apenas una promoción de la empresa con más estabilidad de regulaciones y mercado. Las diferencias no son tan grandes con lo que hicieron o hacen ahora ciertos gobiernos de izquierda (no Venezuela). La sociedad va a una no-alternativa.
Varios ven un regreso al neoliberalismo ¿pero a cuál? La lucha política y la contestación social le cortaron alas. Mal podría desentenderse ahora de responsabilidades sociales o que el mercado las resuelva o ignorar la importancia del Estado en la economía o en la sociedad cuando todos lo reclaman en su favor, ricos o pobres; y el Banco Mundial reconoció que fue un error lo hecho antes.
¿Qué quedará de las izquierdas? Eso cambia en cada país. Ecuador, por ejemplo, es la modernización de las infraestructuras viales y de los servicios públicos o de la gestión del Estado y su mayor capacidad de intervención en la economía. Lo común a todos es la lucha contra la pobreza y promoción de equidad. Pero es claro que esto no fue sustentable, no se basó en la creación de riqueza con cambios en los aparatos productivos, fue una izquierda Papá Noel basada en la abundancia de ingresos por los precios de las materias primas. Pero eso alimentará en ciertos sectores populares el mito populista de ser milagreros y se harán añorar. Fue un gran mérito valorar lo nacional y la integración regional. Su contribución a la afirmación de los excluidos es su fuerza.
La creación de posneoliberalismo es un saldo limitado y en retroceso con las medidas de crisis o neoliberales que toman. La parte autoritaria de algunos gobiernos, en cambio, recordará que la innovación política que se buscó fue retórica o se hizo lo contrario con la concentración del poder.
Habría tenido una medalla si consolidaba el poder local y creaba otro sistema del actual, que dé vigor al nexo sociedad y gobiernos locales y así fomentar ciudadanía, igualdad en la cercanía, politizar en participación y contrapeso al poder central o a las fortunas o fomentar ahí una economía popular. Pero la pasión de la concentración del poder enceguece las mentes sobre lo que es el largo plazo y el sistema a construir.