Jorge Glas candidato

El Gobierno nacional inició la reconstrucción en clave electorera. El denominado Comité de la Reconstrucción y Reactivación Productiva y del Empleo parece un comando de campaña del candidato Jorge Glas. No se necesita ser muy versados en política para descifrar el propósito.

Por un lado, está la necesidad de posicionar al Vicepresidente como candidato oficial, como sucesor ungido por la máxima jerarquía de Alianza País. Ya sea como titular o como suplente del binomio presidencial. Eso dependerá de los amarres y disputas al interior del oficialismo. Lo cierto es que cuenta con un campo ilimitado para promocionarse y demandar derecho de pernada electoral.

Por otro lado, se evidencia la angustia del correísmo por preservar o recuperar una base electoral que está en riesgo. Manabí sigue conservando un peso determinante en las urnas. Perderla puede significarles a los correístas una derrota estrepitosa en 2017. Y tal como están manejando la emergencia, no es aventurado predecir que de aquí a pocos meses el descontento ciudadano en esa provincia será inmanejable.

Para compensar la ineptitud en el manejo de la crisis, el Gobierno ha decidido jugarse por una salida abiertamente clientelista. Al Comité de Reconstrucción presidido por Glas, e integrado por la más rancia camarilla verde flex, hay que sumarle los cambios anunciados en el gabinete. Designar en tres altos cargos a reconocidos manabitas –dos tendrán relación directa y estrecha con la reconstrucción– apunta a objetivos absolutamente prácticos: activar redes, relaciones, amistades y argollas locales en función de consolidar adhesiones ciudadanas. Mejor dicho, sumar votos.

Cada albergue será una central de campaña, cada programa será una movilización electoral, cada ayuda será un acto proselitista. Desde la lógica política, el correísmo acaba de suscribir la más refinada versión de la vieja partidocracia: hacer de la necesidad virtud, de la adversidad negocio. El control del aparato del Estado convertido en modus vivendi. La perpetuación del piponazgo público como finalidad revolucionaria.

Acumular fuerza electoral es el principal designio del correísmo. Mientras tanto, el país pasa a un segundo plano, el interés nacional se reduce a una declaración altisonante, los damnificados del terremoto podrán esperar por mejores días, y la sociedad civil será anulada a punta de decretos y reglamentos.

El Decreto 1004 es pródigo en sobrentendidos. No es el Estado el que asume la conducción del proceso de reconstrucción; es el partido de Gobierno. Aquellos funcionarios del Estado que no se alineen con Alianza País, y que tengan alguna responsabilidad en la reconstrucción, tendrán que poner sus barbas en remojo. Están condenados a optar entre la carencia o la sumisión electoral.

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