Cuando el candidato Lasso ofreció que en su gobierno, con el ahorro de no gastar en publicidad gubernamental aumentaría el bono solidario a USD50, el Presidente Correa replicó anunciando el aumento del bono a partir de enero, financiado con un impuesto a las utilidades bancarias.
Este es un acto irreflexivo, adoptado para “castigar” al candidato hasta hace poco banquero. Irreflexivo también porque el mensaje a los potenciales inversionistas es que el Presidente Correa puede tomar cualquier decisión sin consultar y prescindiendo de otras instituciones, independientemente de sus efectos. No hay reglas claras.
Por último, irreflexivo porque debilitaría de manera crítica al sistema financiero, ya afectado por la reciente decisión de obligarlo a vender las empresas no financieras, incluyendo las aseguradoras.
Con esto se asienta una tercera vertiente, esta injustificable, en la política hacia el sector financiero.
La primera iniciativa importante del gobierno hacia la banca fue incidir en la reducción en el costo del dinero. Irrebatible el argumento que la competitividad de la economía requiere costos financieros bajos. Más discutible las herramientas adoptadas, la reducción de las tasas de interés y de los servicios por vía administrativa. Pero el objetivo es loable.
La segunda, aumentar el poder de decisión del Estado sobre el destino de la liquidez del sistema financiero. Controvertida política, pero comprensible desde la óptica controladora del gobierno.
La decisión de gravar las utilidades de los bancos les va a impedir crecer. Para una economía que busca desarrollarse, es importante que haya una banca que crezca de acuerdo a sus necesidades. El anuncio presidencial augura una banca débil. Si no se trata de un acto irreflexivo, es entonces un indicio que lo que se busca es la estatización.
Las diversas políticas públicas han tornado poco atractivo invertir en banca. Esta necesita cada vez más patrimonio. Al no haber capitales frescos mediante la venta de nuevas acciones en el mercado, lo que queda a la banca es capitalizar las utilidades.
En 2011, la banca declaró utilidades por USD393 millones. Del 30 de junio de 2011 al 30 de junio de 2012 su patrimonio creció en USD416 millones, o sea poco más que el total de las utilidades.
Un impuesto extraordinario a las utilidades bancarias para recaudar US$329 millones, que es lo que costaría el aumento del bono, dejaría a la banca sin suficiente dinero para aumentar el patrimonio.
La banca capta USD8 del público por cada USD1 propio. A menor patrimonio, menos dinero propio tiene la banca para atender a sus depositantes.A fin de cuentas, el impuesto propuesto atenta contra la seguridad de los depósitos. Propuesta inconveniente, por donde se la mire. Merece una reconsideración.