Diversos diarios de la región, entre ellos este matutino, recogieron el reporte de la Cepal sobre el monto de la inversión extranjera que recibió América Latina el año anterior. Las cifras se prestan a innumerables lecturas.
La más relevante, coincidente con publicaciones especializadas precedentes, coloca a Chile como el principal país de América del Sur receptor de recursos del exterior, en términos per cápita. Casi quintuplica a la media del subcontinente. El segundo país que más inversión recibe es Panamá; y el tercero es Uruguay.
Por más que han tenido un importante crecimiento los montos ingresados a sus respectivos países, Perú y Colombia están muy cerca de Brasil y Argentina. La diferencia sustancial es que estas dos últimas economías, las más grandes de estas geografías, con un potencial inmenso, se hallan rezagadas en cuanto a lo que receptan por este indicador.
Ecuador se halla entre los últimos. Apenas recibe la décima parte de lo que captan sus vecinos, veinte veces menos de lo que percibe Panamá y apenas algo más de dos centavos por dólar que ingresa a la economía chilena, en términos per cápita.
El grueso de la inversión extranjera que ingresa a la región se concentra en el sector minero y en el de hidrocarburos, seguidos por los recursos destinados a obras de infraestructura, como el caso de la ampliación del canal en Panamá. Quienes atraen estos capitales son los países que han abierto su economía, escogiendo un modelo de desarrollo en el que la iniciativa privada tiene rol preponderante.
El único país que defiende otro modelo con mayor preeminencia estatal y que, sin embargo, capta recursos foráneos en forma notable es Uruguay. La respuesta se encuentra en los capitales brasileños y argentinos que buscan refugio en el país oriental.
En el caso ecuatoriano habrá que señalar que nunca tuvo gran atractivo para el capital foráneo. Las inversiones que arribaron en otras épocas en gran parte fueron destinadas al sector petrolero.
Otro monto, menor en cantidad pero constante a través de los años, se atribuyen a recursos de los propios ecuatorianos que ingresaban como inversión desde los denominados paraísos fiscales. Endurecidas las normas que tienen que ver con el tratamiento legal aplicable a esos capitales, se detuvo su flujo.
Lo que también se puede apreciar a través de otros análisis es que los países que reciben mayores flujos externos en forma más sostenida, logran mayores éxitos en su lucha contra la pobreza. No es cuestión de llenarse de razones construidas desde la teoría, sino hay que observar los resultados.
Aún queda mucho espacio por recorrer; y, en la tarea de derrotar el atraso y la postergación de enormes conglomerados humanos, lo único que debería caber es la concordia y la lucha por objetivos comunes, desterrando en forma definitiva polémicas y disputas por temas subalternos.