Inventario urgente

Llegó la hora de los análisis y los balances, de la reflexión y la crítica y el poder se somete al escrutinio público aunque sea a aquel urgente y escueto de una columna como la presente.

Sin dudas, el 30 de septiembre marcó un parteaguas en la vida nacional. Más allá del debate estéril y la frágil teoría del golpe de Estado en la que muchos casa adentro no creen pero no se atreven a confesar en voz alta, el episodio desnudó la debilidad institucional del país.

Después de largos años de demolición y embate de un discurso agresivo y descalificador, levantar instituciones fuertes no es tarea fácil, peor si no se advierte la importancia de esas nociones para la convivencia nacional civilizada. El 30 de septiembre dejó heridas abiertas y lastimó el alma nacional. No se superan la ira y el temor. No se actúa con amplitud desde el poder y hoy se buscan los chivos expiatorios en un puñado de policías y otras personas como el coronel Carrión o el mayor Fidel Araujo, a quienes se intenta señalar con el dedo. Más allá de eventuales responsabilidades es absurdo cargar todo el odio y la venganza contra ellos. Habría que dar vuelta la página y para eso se requiere generosidad de espíritu.

Pero el episodio repudiable de aquel 30 de septiembre trajo en las mediciones políticas réditos inmediatos. El Presidente subió en las encuestas y consolidó un liderazgo único en un territorio azotado donde no tiene opositores, contendientes y pocos le contradicen. La autocrítca interna inclusive es tímida y a mi parecer no logra un espacio de reflexión, siempre sano para cualquier Gobierno.

Por ahora una política social efectista, basada en clientelismo y bonos de pobreza que atenúan los rigores de la miseria pero que ni de lejos sirven para crear empleo, desnudan los límites y los alcances de los programas asistencialistas. La mejora de las carreteras es notoria y se espera que la obra perdure y se mantenga adecuadamente. Es bueno que hayan crecido los presupuestos de salud y educación pero habría que ocuparse de la calidad del gasto y no solamente de la cantidad puesto que los dineros pueden diluirse si la estructura de ese gasto no está bien sustentada. No todo es cuestión de plata.

Para dominar el 2011 el Presidente busca una consulta popular. Sabedor de su capacidad en la tarima, un triunfo en las urnas lo ve como urgente y con su eficiente equipo de propaganda esa es una opción, aun cuando en la consulta se cuelen temas triviales y absurdos o se busque agitar avisperos de modo innecesario para no aparecer exhibiendo aquellas tesis que antes eran de los socialcristianos en materia de la lucha contra la delincuencia y la inseguridad.

2011 arranca con un presupuesto crecido de modo exorbitante y con campañas oficialistas de tierra arrasada en vez de usar el aparato de propaganda y medios para temas positivos y de interés social. La tensión continuará.

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