“Jefe, ahora que andamos medio decaídos en popularidad, no será de hacer un enorme edificio para que quede como un monumento a la revolución, en esos dos grandes terrenos que está separados por una calle”, dijo el subalterno, “además algo de empleo crearíamos, justo antes de las elecciones.”
Ante lo que el jefe consultó “¿Y qué hacemos con ese colector que va por la mitad de la calle, capaz que hasta no hay como hacerle tan alto y lindo al edificio, justo porque tiene un colector abajo”, pero el subalterno lo calmó “no se preocupe de gana, jefe, le hacemos que curve y que luego vuelva a curvar y curve una tercera y una cuarta vez y así hacemos que pase por un ladito y… el agua lluvia igual solo corre para abajo, usted sabe.”
“¿Pero no se sobrecargará el colector?” “No, tranquilo, esto le aguanta la peor lluvia en 39 años y usted también sabe, eso de sobrecargar los colectores no es más que una invención de los ingenieros neoliberales que, en el fondo, no quieren que construyamos”.
Y construyeron la Estrella de la Muerte y les cayó la peor lluvia en 40 años y se inundó por arriba, abajo, adentro y afuera. Todo era cuestión de que Katrina, el famoso huracán que destruyó Nueva Orleans, decidiera reaparecerse por unos minutos encima del colector de las cuatro curvas. Esa fue la primera fábula; ahora la segunda. “Jefe, ahora que andamos medio decaídos en popularidad, no será de aumentar el gasto público un poco más”.
“¿Pero de dónde sacamos más plata, subalterno?”, “Tranquilo, es cuestión de hacer que el Banco Central nos preste un poco; esos manes tienen harta plata de los bancos privados. Y si nos falta más fondos, le emitimos un poco de dinero electrónico. Además algo de empleo crearíamos con ese gasto y justo antes de las elecciones.” “¿Pero eso no debilitaría la solidez del Banco Central? O sea… los bancos centrales no existen para andar prestando a los gobiernos ni para emitir monedas ajenas”. “No se preocupe de gana, jefe, verá, les subimos el encaje a los bancos y les obligamos a traer la liquidez al país y por ahí hacemos que curve una cuarta vez el colector y… los bancos siempre tienen plata, usted sabe”.
“Esto le aguanta la peor tormenta financiera en 40 años. Y usted también sabe, eso de debilitar el respaldo de los depósitos en el Banco Central no es más que una invención de los contadores neoliberales que, en el fondo, no quieren que haya crédito”.
La gran tormenta nunca llegó, el circulante no se contrajo, los bancos no se debilitaron, las restricciones no se multiplicaron, el PIB creció y todos vivieron felices. Por suerte, Katrina no volvió porque si lo hubiera hecho no había cómo protegerse. Finalmente, se demostró que eso de ahorrar es una conspiración neoliberal y que el agua lluvia no siempre corre para abajo.