Inquietudes nacionales

1. ¿Cómo se puede poner en práctica en corto tiempo un modelo de sustitución de importaciones?
Es una estrategia económica usada hace muchos años, conducida por el Estado, que toma como eje al sector industrial, al cual le concede subsidios explícitos e implícitos de alto valor que se convierten en sacrificios de la colectividad, especialmente vinculados con barreras arancelarias, cupos, condiciones previas, en fin, mecanismos que retraen las importaciones, o en su defecto mediante un tratamiento tributario especial con exoneraciones o tasas impositivas preferenciales, con las cuales protegen a los productores nacionales que no tienen niveles de eficiencia para ser por sí mismos competitivos y necesitan de esas barreras para mantenerse en actividad. El efecto es un alto costo para los consumidores por los precios superiores que deben pagar por los bienes promovidos y del Estado por el sacrificio fiscal.

Al ser el Estado quien establece las directrices del modelo, normalmente instaura restricciones y regulaciones selectivas en pro de adoptarlo. Si bien los plazos de su adopción y duración son trascendentes para inducir a una inversión privada que no siempre reacciona a los incentivos por la incertidumbre natural de su prevalencia. La historia es triste.

Si hay casos con algún grado de éxito, el orden y sustento económico (alguna racionalidad), aunque siempre con afectación del consumidor y el Fisco, marcó la ruta de su aplicación. Sin embargo, la salida del modelo es dolorosa por las distorsiones creadas. Normalmente se construyen empresas parasitarias de escaso valor agregado. Finalmente, usarlo como arma de combate de una crisis transmite una temporalidad coyuntural poco atractiva.

2. ¿Qué le parece alentar la industria para llegar a USD 6 000 millones en producción nacional adicional, es viable?
¿En qué plazo? ¿Cinco, 10 años? Talvez. ¿A qué costo? Nadie lo sabe. ¿Qué productos? Hay demasiadas preguntas y pocas respuestas. Recordemos un poco de la historia económica nacional: durante los años sesenta y setenta, la planificación del Estado ecuatoriano se basó en el modelo de industrialización vía sustitución de importaciones e integración dirigida, bajo el cual se orientaron las inversiones privadas hacia la creación y fortalecimiento de una estructura productiva de tipo industrial orientada al mercado interno, con algo marginal hacia el Grupo Andino.

Una vez que a inicios de los años ochenta se presentó una aguda crisis económica, fiscal y externa en el país y la región, el Estado modificó el modelo de gestión y planificación económica. El cambio dejó ver las debilidades yacentes en la aplicación de las políticas de sustitución de importaciones.

El proceso se desarrolló bajo una serie de restricciones y regulaciones cada vez más distorsionantes. Con el tiempo, las industrias se encontraron con un mercado limitado y no tenían la eficiencia para salir al mundo a competir. De esta forma no se generó una industria de productos "viables" que además requirió importar bienes de capital e intermedios, con efecto directo y persistente en el desbalance comercial externo que se buscaba resolver Si bien el tamaño de la economía actual tiene ciertas peculiaridades, la estructura macroeconómica atraviesa por las mismas debilidades (déficit fiscal y externo) que precisamente llevaron al final de la política de sustitución.

Esta política crea empleo en las primeras fases de su aplicación (aparente boom) a medida que los productores domésticos reemplazan a los extranjeros; sin embargo, en el mediano plazo el crecimiento (desequilibrado que no logra cerrar las brechas) se afecta por la ineficiencia dinámica en la que caen las empresas al no tener incentivos para ser competitivas respecto a sus pares foráneas. Cambia en algo la composición de la producción y la balanza de pagos, pero no se cierra el déficit externo y, sin cambio en la conducta del gasto público que insufla la demanda interna, el problema de fondo no se arregla, a lo cual ahora se suma una inflación inducida.

3. ¿Qué sucedería con el cambio de matriz productiva si se continúan limitando importaciones de productos y qué efectos puede tener para el consumo; qué pasa con el contrabando?
Las restricciones forzadas generan profundas distorsiones en los mercados. Sólo veamos lo ocasionado con la tributación excesiva a los licores: ahora el Gobierno quiere controlar el ingreso masivo de licores que traen los pasajeros que llegan al Ecuador por el diferencial enorme de precio creado.

Igual pasará con todos aquellos que se los pueda traer, sea de manera individual como aquellos que sean acarreados por grupos especializados en este tipo de comercio. En definitiva, este anuncio de "Sustitución selectiva de importaciones con bienes y servicios que ya producimos actualmente y que seríamos capaces de sustituir en el corto plazo: industria farmacéutica, tecnología (software, hardware y servicios informáticos) y metalmecánica" es encantador pero utópico.

El segundo efecto es la escasez provocada por las restricciones y el riesgo explícito de los bienes "ilegalmente introducidos", algunos incluso falsificados, que lleva los precios a niveles superiores, con total indefensión del consumidor.

El tercero es el derivado de la protección innecesaria que induce a producir bienes o mantener algunos pero en condición de "concentración de poder de mercado", que no es otra cosa que inducir oligopolios, con precios arbitrados en favor de esos productores, en desmedro otra vez del bienestar colectivo.

En cuarto lugar, el limitar las importaciones de ciertos bienes concentra la producción y distribución en los grandes grupos en detrimento de los pequeños productores y comerciantes, es decir va contra corriente de los principios de la Ley antimonopolio.

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