Inocentes

Hoy, el día de los Santos Inocentes, vamos a anotar algunas, que son serias, pero que parecen inocentadas. ¿O será que vivimos en el país de la broma perpétua? Porque parece broma, aunque no lo sea. Había una vez un país donde la oposición era del mismo partido de gobierno; donde un vicepresidente tomó vacaciones para pasar en prisión acusado de corrupción, pero cobrando sueldo y aguinaldo y en calidad de perseguido; también parece broma que el ex presidente que se decía presidente de todas las funciones del Estado, diga que hoy el Ecuador vive una dictadura y que, quien quiera perennizarse en el poder indefinidamente sea verdaderamente un demócrata.

No es chiste pero parece: los gobernantes y funcionarios de ayer y hoy han dado la vuelta sus chaquetas y se las han puesto al revés. Y si ayer pensaban una cosa, hoy piensan exactamente la contraria sin ningún rubor. Los que votaban por meter las manos en la justicia hoy dicen que la justicia está politizada; los censores de ayer hoy reclaman por libertades; los que se vendaron los ojos y se taparon los oídos para no saber nada de las denuncias de corrupción hoy son adalides de la lucha contra la corrupción. ¿No les parece inocentada que aún no se sepa nada del paradero del ex director del IESS que se fue con el santo y la limosna horas antes de que la policía vaya buscarlo a su casa?

¿No les parece chiste, por ejemplo, que el gato haya sido el que cuidaba la despensa, es decir, que quien tenía a su cargo el control del gasto público, llamado contralor, haya sido quien cobraba las coimas y recibía dinero en maletas en la suite de un lujoso hotel?

Parece broma también que un denunciante que ha sido perseguido y acosado durante casi ocho años y que fue sentenciado a usar un grillete electrónico, estreche la mano de quien fuera uno de sus perseguidores y que este, a su vez, acoja las denuncias que antes fueron motivo de la persecución hacia su víctima ¿trabalenguas o broma pesada?

Muchas cosas en el país parecen broma y algunas, bromas de muy mal gusto: ¿se puede creer, por ejemplo, que el asesino confeso de la pequeña niña lojana que conmocionó al país se haya colgado de una litera, con su camiseta, en una celda, sin que se despierten sus compañeros? No parece gracioso el hecho que se anuncie investigar casos de trata de personas y pornografía infantil hasta “las últimas consecuencias” y que la primera consecuencia sea que quien tenía información vital para el caso esté muerto a las pocas horas de su detención. No. No tiene ninguna gracia. Al contrario, es para que se le paren a uno los pelos de punta pues es una historia de terror.

¿Inocentes?… inocente es el pueblo que aún cree en promesas electorales, en el baratillo constante de ofertas. Inocente el pueblo que defiende lo indefendible. 

maguirre@elcomercio.org

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