Dicen que el hombre es el único animal capaz de tropezar no una sino dos y tres veces con la misma piedra. Algo así le viene pasando al movimiento indígena. Los distintos gobernantes, porque esto es historia repetida, les han usado como al burro para subir la cuesta. Han ganado, gracias a muchísimos de ellos, las distintas elecciones. Se han llenado la boca con los discursos indigenistas de plurinacionalidad y ahora hasta del Sumak Kawsay. Y cuando están en la cima de la montaña los gobernantes les han dado el puntapié. Y no solo eso: han usado con ellos, y lo siguen haciendo, la estrategia del divide y vencerás. Les han dado a algunos dirigentes un puestito de poder, y se han ganado ofreciéndoles a las masas, casas y bonos para mantenerlos contentos, de la misma forma que actuaban los antiguos patrones de las haciendas.
Esta revolución no ha cambiado mucho en los procedimientos y en las percepciones sobre el tema indígena de, para usar sus propios conceptos, “la larga noche neoliberal” o de la repudiada “partidocracia”. Divide y vencerás’ Se ha asustado con el tema del ejercicio de la plurinacionalidad; ha minimizado las discusiones sobre la educación bilingue hablando del kichwa con cierto desprecio; ha privilegiado los temas extractivos (minería y petróleo) por sobre los discursos de derechos de la naturaleza y defensa de la “pacha mama”; se ha referido a los indígenas como “ponchos dorados” (como si, por ser indígenas, no pudieran ganar buen sueldo o tener automóvil’) y se ha asustado más con el “derecho a la resistencia” que estamparon en la revolucionaria Constitución.
Lo curioso es que en esta revolución abundaban los indigenistas a ultranza. Era “la revolución de los indios”. Indigenistas a ultranza que los convocaban para tumbar a gobiernos que no podían tumbar solos. Que se sumaban a levantamientos y alzaban con ellos banderas multicolores. Algunos de ellos han metido la cabeza en un hueco como hace el avestruz’ Imagino que la enterrarán más al ver las propagandas en la televisión en donde asoman, desprestigiadas, las dirigencias con las que antes iban del brazo.
El movimiento indígena muestra sus debilidades. Divisiones y distancias entre los dirigentes y las bases, y discursos erráticos y confusos en los que se pierden sus propuestas. La defensa de la tierra y territorio y la defensa de la lengua, que son las reivindicaciones claves del movimiento indígena, se vuelven discursos difusos que la sociedad no llega a entender.
Alguna lección deberán sacar los indígenas de aquellas piedras en el camino, de la ingenuidad con la que han aplaudido la demagogia, de la facilidad con la que se ha dejado dividir en los últimos años .