Los partidos de oposición de la India protestan por la eliminación de los subsidios a los combustibles, pese a que los precios irreales con los que funcionaba este país no beneficiaron a los más pobres ni contribuyeron a preservar el ambiente, dicen especialistas.
El gobierno de Manmohan Singh liberalizó el 25 de junio el precio de la gasolina, que aumentó 6,7 %. El gasóleo aumentará en 5%, pero todavía no se hizo efectivo para no perjudicar a los tractores y a las bombas de irrigación y preservar así el frágil sector agrícola.
Las autoridades mostraron determinación al reducir los subsidios al gas licuado de petróleo, empleado en la cocina, y al queroseno, utilizado en millones de hogares indios.
La oposición, incluido el derechista Partido Bharatiya Janata y las agrupaciones comunistas del Frente de Izquierda, protestó por la medida y llamó a una huelga general nacional el 5 de julio, pero el gobierno no dio marcha atrás. La compañía nacional de petróleo comunicó que no puede absorber más el costo de los subsidios, unos USD 17.000 millones al año, dadas las fluctuaciones de los productos importados.
Además, los especuladores se aprovecharon de los subsidios en beneficio propio.
Pero el desequilibrio mayor se generó por las diferencias entre la política y la práctica del subsidio cruzado en beneficio del gasóleo y en detrimento de la gasolina, dado que ésta era para hacer andar los automóviles de los ricos y el primero para los tractores y las bombas de irrigación.
La medida disparó la demanda de automóviles de lujo y de vehículos todo terreno. El parque automotor se “dieselizó” y amenazó con contaminar las ciudades.
Alrededor de 30 % de los automóviles nuevos funcionan con diésel y se prevé que en dos años llegue a 50%. Setenta y uno por ciento de los vehículos para uso personal son motos a gasolina, lo que abarata la movilidad de las personas más pobres, dijo Kaushik Bandhyopadhyay, del Instituto Asiático para el Desarrollo del Transporte, a IPS, citando un estudio elaborado para 11 plan quinquenal. El subsidio al gas licuado creó desequilibrios aun mayores. En vez de apuntar a los más pobres, benefició a la “próspera clase media”, remarcó. El desvío ilegal del gas para las bombonas de la cocina hacia los automóviles se comió los subsidios e implicó riesgos para la seguridad, subrayó. “Numerosos estudios realizados por comisiones gubernamentales mostraron que suministrar queroseno subsidiado a los consumidores, sin considerar su situación económica, fue un desperdicio”. “Más de 70 % de la población rural y más de 20 % de la urbana más pobre dependen directamente de la quema de leña y de biomasa para cocinar, lo que impide fomentar el uso de combustibles limpios mediante subsidios y aliviar la ‘pobreza energética”, añadió.