El Gobierno tenía dos opciones para manejar la actual crisis económica: mantener el modelo vigente o dar un giro hacia una mayor participación del sector privado, que se encargue de invertir para generar fuentes de empleo.
Al final, las autoridades decidieron insistir en el modelo vigente, porque no saben hacer otra cosa. Durante más de nueve años han dicho que el mercado debe ser regulado, que los empresarios nacionales no son eficientes, que el capital no puede estar sobre el ser humano, que los banqueros son de lo peor, que las herencias deben distribuirse, que las utilidades deben tener límites, que los sueldos también, etc. Y para todo lo anterior debe existir un Estado fuerte, que invierta, que gaste en carreteras, aeropuertos, aviones, empresas públicas, ministerios de la Felicidad, etc.
Como lo anterior cuesta y se acabó el ‘boom petrolero’, la gran medida creativa del Gobierno ha sido quitarle recursos al sector privado, específicamente a los consumidores, quienes pagarán los impuestos que aprobó la Asamblea la semana pasada para mantener el modelo económico.
Los nuevos recursos que el Régimen obtendrá por impuestos a los cigarrillos, la cerveza, las bebidas azucaradas y las telecomunicaciones, que rigen desde el viernes pasado, saldrán del bolsillo de la ciudadanía. Y el aumento del Impuesto al Valor Agregado (IVA) al 14%, que también está por aprobarse en la Asamblea gracias a la mayoría oficialista , también lo pagará la población. El Gobierno sabe que el IVA es un impuesto regresivo, pues afecta más a las personas de menores ingresos, pero prefiere eso a cambiar de modelo económico.
Para justificar el aumento de impuestos, las autoridades argumentan que la carga impositiva en Ecuador es menor al promedio de la región. Sin embargo, no considera que los consumidores nacionales pagan salvaguardias de hasta el 40%. No en vano Ecuador es un país caro, y lo seguirá siendo porque habrá salvaguardias por un año más.