Javier Cercas escribe una novela sin ficción, saturada de ficción a cargo de Enric Marco, el protagonista, que no del novelista, como es lo usual.
La historia corresponde a un ciudadano barcelonés –Enric Marco- que se hizo pasar por superviviente de los campos nazis y que fue desenmascarado después de presidir durante tres años la asociación española de los supervivientes, pronunciar centenares de conferencias, conceder decenas de entrevistas, recibir importantes distinciones y conmover a quien le oía, convertido en paladín de la campaña para recobrar la memoria histórica alrededor de los desafueros cometidos en la guerra civil española y en la persecución nazi a los ciudadanos españoles deportados y obligados a trabajar en las empresas de la guerra de Adolfo Hitler y que estuvieron presos y perseguidos.
En un recorrido magistral de Cercas, que no busca absolver ni condenar a Marco, sino rescatar la realidad de un proceso en el cual no se sabe quien miente y quien no, se argumenta la virtud de la mentira que no hace daño y trae otros beneficios, se recorre el mundo ideado por Marco, a quien califica de narcisista de manual.
“Por supuesto, dice, el narcisismo no es una forma de locura; es, más bien, un trastorno de la personalidad, una simple anomalía psicológica. Se caracteriza por la fe ciega y sin motivo en la propia grandeza, por la necesidad compulsiva de admiración y por la falta de empatía. El narcisista posee un sentido exagerado de su propia importancia, practica el autobombo sin pudor, con cualquier pretexto, a todas horas y con cualquier excusa y, haya hecho lo que haya hecho, espera ser reconocido como un individuo superior, admirado sin resquicios y tratado con unción. Además de tender a la arrogancia y a la soberbia, cultiva fantasías de éxito y poder ilimitados y, reacio a ponerse en la piel de los demás, o incapaz de hacerlo, no duda en explotarlos, porque considera que las normas que rigen para ellos no rigen para sí mismo. Es un seductor imparable, un manipulador nato, un líder deseoso de captar seguidores, un hombre sediento de poder y de control, casi blindado frente al sentimiento de culpa. ¿Es entonces el narcisista, en lo esencial, un hombre enamorado de sí mismo?”.
A fuerza de repetir cosas que no tenían el menor viso de verdad, los medios de comunicación acabaron por convertir a Marco en un ‘rockstar’, en un campeón de la memoria histórica y la encarnación de todas las virtudes, en virtud de un discurso que consideraba que el país vivía en falso, incapaz de hacer justicia, que había decidido olvidar los horrores de la guerra y la dictadura, una falsa reconciliación construida sobre la mentira y la amnesia, y lo liquidaron al descubrirse la farsa.
La paradoja es solo aparente, dice Cercas, porque el énfasis en la verdad delata al mentiroso. Se vuelve arrogante, lo que acaba por perderle.
Como todo lo que escribe Cercas, un libro para reflexionar y disfrutar.