El horror de Iguala

Luego de un prolongado lapso, en que la ansiedad de más de 30 días terminó convirtiéndose en un mal presagio sobre la suerte de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala, Estado de Guerrero, el Procurador General dio una histórica rueda de prensa sobre el fatídico caso. Afirmó el alto funcionario de Estado que todavía no es posible jurídicamente concluir que los estudiantes fueron asesinados, pues no hay evidencia física de los restos. Sin embargo, en una amplia exposición basada en testigos detenidos y vinculados con las mafias del crimen, había que concluir que existen evidencias concordantes para presumir que ese fue su destino. Patólogos forenses iniciarán el análisis científico de algunas cenizas en el lugar que los testigos afirman que fueron asesinados.

La conmoción nacional e internacional es inmensa y se espera que esta tragedia conduzca a un cambio radical de la política anticrimen del Estado mexicano. Un giro similar a la lucha que significó el Plan Colombia para el combate de guerrilla que produjo efectos muy importantes y que permitió al Estado colombiano, recuperar la hegemonía del poder que era afectado geográficamente por la guerrilla.

Un tema que deberá ser abordado es la capacidad de movilización del Estado central mexicano en territorios donde la autoridad responde a una estructura federalista que, en este caso, es un aliento para que el poder de la droga vulnere a las autoridades administrativas, policiales y judiciales, locales o regionales.

En estos estados mexicanos como el de Guerrero, la pobreza y el poder de las mafias han logrado levantar un manto de impunidad que ahora queda descubierto con la muerte de los 43 jóvenes. Al respecto, una incógnita que se espera descubrir es el móvil de los asesinos contra un grupo de jóvenes que nos los afectaba ni directa ni indirectamente. Sin embargo, en las últimas horas, se aumentan las sospechas sobre el Alcalde y su esposa, pues los jóvenes continuamente protestaban contra ellos.

El Ecuador debe, además de la solidaridad con los familiares de las víctimas y el pueblo mexicano, seguir con detenimiento el curso de los acontecimientos. Es probable que el clamor mundial dé lugar a una gran arremetida del Gobierno en los estados dominados por el narcotráfico. Esto puede producir algún éxodo migratorio hacia países donde puedan con mayor facilidad realizar sus actividades. Ecuador en esta tipología no es una excepción.

Urge replantearse nuevas medidas preventivas, entre las que no debiera descartarse un nuevo acuerdo con EE.UU. que reemplace el valor estratégico que tenía la Base de Manta.

Guerrero era el Estado ideal: una geografía accidentada, una ancestral cultura de la violencia.

Además fue el atajo irresistiblemente para al crimen organizado por la corrupción política. Cuesta admitir que Acapulco y sus paraísos de toda índole sean parte de este Estado.

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