Una Iglesia más comprometida

La Iglesia Católica tiene una gran influencia y una voz moralmente autorizada. Envía mensajes profundos, basados en la palabra de Dios. Tiene buena imagen y goza de credibilidad. Hace un destacado trabajo espiritual y social a través de programas como Cáritas, Pastoral Social, y otros.

Hace poco se evidenció su aporte en la reconstrucción de zonas devastadas por el terremoto de abril del 2016. Sin embargo, los problemas contemporáneos le obligan a tener mayor protagonismo, acción y compromiso, sin temores ni rodeos ni ser cómplice de las élites ni de gobiernos autoritarios.

Todos los mensajes del papa Francisco son brillantes, conmovedores, que impactan no solo entre los católicos. Empero, falta pasar de la prédica a la práctica y tornarse en actores de la búsqueda de la paz y la justicia, en un mundo inequitativo, polarizado y enfrentado entre quienes detentan y no quieren dejar el poder y los que exigen mejores niveles de vida, sin tanta propaganda, mentiras, engaños, persecución, represión y que están llevando a sus países a crisis profundas. No puede quedarse en llamados al diálogo mientras regímenes antidemocráticos se burlan de este mecanismo.

El caso de Venezuela, en donde se reconoce la acción de los obispos ante tanta atrocidad. El Presidente de la Conferencia Episcopal ha sido valiente y crítico del régimen de la revolución bolivariana, que le ha llevado al caos y a la más profunda crisis, con los peores indicadores del mundo. Ha dividido al país y le tiene confrontado, con una fuerte represión, que deja sangre y muertos en las calles.

El prelado ha fustigado al gobierno de Maduro. Le ha señalado violaciones a los DD.HH., atentados contra las libertades y ganar tiempo con diálogos para lograr objetivos ajenos a las necesidades del pueblo. Justificó la reacción ciudadana y sostuvo que no puede quedarse cruzada de brazos sino reclamar para evitar que prevalezca la humillación como hacer largas colas para conseguir alimentos y medicamentos. Ha acusado al chavismo de haber sumido al país en la ruina, la miseria y llevarle a una tragedia. Hoy se opone y se suma al rechazo a la Asamblea Constituyente anunciada. Ha impulsado la reconciliación y ha apoyado el diálogo pero aclaró que este mecanismo está secuestrado por el régimen.

En el Ecuador algo despertaron. El nuevo Presidente de la Conferencia Episcopal inició su gestión con una crítica real y objetiva al Presidente saliente al señalar que deja un mal sabor de boca por haber favorecido exclusivamente al partido único en el poder y que esto se presta a muchas cosas desagradables. Por ello aboga con el nuevo régimen un clima de diálogo, que acoja las opiniones y propuestas de todos los sectores ciudadanos y en ese ambiente se encuentren los anhelos de paz, cambios y libertades. Los desafíos están planteados.

mrivadeneira@elcomercio.org

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