En el presente año, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, publicó por primera vez el Índice de Desarrollo Huma-no Ajustado por Desigualdad- IDH-D. Este nuevo indicador incorpora el grado de desigualdad en el acceso a los componentes que determinan el nivel de desarrollo de las personas en una sociedad. El Índice de Desarrollo Humano-IDH utiliza cuatro indicadores que inciden en las dimensiones que determinan el desarrollo humano. Estos indicadores son la esperanza de vida al nacer; los años promedio de educación y años de instrucción esperados; y el ingreso nacional bruto per cápita, que determinan a su vez la salud, educación y estándar de vida. En el año 1980, el IDH del Ecuador fue 0,591; en el año 2000, primer año de la dolarización, el IDH se ubicó en 0,680, lo que demuestra que a pesar de dos sucesivas crisis, la calidad de vida de los ecuatorianos mejoró en esos 20 años. El Ecuador con un IDH de 0,720 en el 2011, ocupa la posición 83 entre 187 países ubicándose en la categoría de desarrollo humano alto. Sin embargo, este índice no considera la desigualdad en la distribución de cada dimensión entre la población. Es por esta razón que a partir de este año el IDH se lo ajusta por la desigualdad rebajando la media del valor de cada dimensión según su nivel de desigualdad. Si el IDH-D es igual al IDH no existen desigualdades, pero será inferior al IDH en la medida que crezca dicha desigualdad. Por consiguiente, el IDH-D es el nivel real de desarrollo humano, mientras que el IDH puede considerarse con el índice de desarrollo humano potencial que puede lograrse en tanto y en cuanto disminuyan las desigualdades. La pérdida potencial de desarrollo humano debida a la desigualdad queda reflejada en la diferencia existente entre el IDH y el IDH-D. En el Ecuador, el IDH-D en el 2011 fue de 0,540, lo que significa que la pérdida potencial en el desarrollo fue de 26,1%, bajando 10 puestos en la clasificación mundial, lo que significó pasar de la categoría de IDH alto a la IDH medio. La mayor pérdida potencial se ubica en el nivel de los ingresos con 38,8% y el menor en el índice que mide la esperanza de vida al nacer con una pérdida de 14,1%. En América Latina y el Caribe el IDH y el IDH-D fue de 0,731 y 0,540 por lo cual la pérdida potencial en el desarrollo se ubicó en el 26,1% similar a la del Ecuador. Este nuevo indicador será de suma utilidad para la elaboración de las políticas públicas orientadas a mejorar la calidad de vida de la población, incorporando la desigualdad como una de las variables. Las políticas deberán estar orientadas a la disminución de la desigualdad, no solo en el ingreso sino en el acceso a los componentes del nivel de desarrollo de las personas.