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No salgo de mi asombro cuando los científicos del mundo desarrollado van descubriendo las funciones que les corresponde a los centros nerviosos que relacionan el mundo exterior, percibido por los órganos de los sentidos, y la producción de factores neuroendocrinos que condicionan el desarrollo del pensamiento en la especie humana. Este año el Premio Nobel de Medicina ha sido otorgado a un británico-estadounidense y a dos noruegos que han estudiado las funciones del hipocampo, uno de los centros del sistema límbico encargado de tales interrelaciones. Se asegura que esos estudios son una promesa para superar el Alzheimer, la demencia precoz.
La historia de América prehispánica es como para producir escalofríos. Es el caso de la desaparición de la civilización tiahuanacota, en el actual territorio boliviano. En un espacio hoy de piedra y arenisca, en donde ‘nunca llueve’, queda el testimonio de un pueblo que construyó en piedra labrada, una inmensa explanada, con canaletes y desagües, de la que se desciende por una espléndida escalinata a la plazoleta, cuyos muros están cubiertos por esculturas de cabezas humanas.
Desperdigadas, estelas de figuras también humanas, más bien toscas, sentadas, viendo al cielo. En el centro de la explanada La Puerta del Sol de Tiahuanaco, cubierta de jeroglíficos, antecedida por otra figura humana, de mejor acabado, que lleva en sus manos lo que sugieren ser rollos con escrituras. ¿Los que vinieron de alguna parte a dar el mensaje del conocimiento? ¿El pueblo tiahuanacota se dispersó ante el horror que significaba la erosión implacable y los cambios climáticos, que no supieron controlar?
Lo que ocurrió con los mayas es de no creer. En tres mil años de su presencia en Centroamérica y en Yucatán, llegaron a niveles portentosos en matemáticas y astronomía. No lograron crear la escritura alfabética, pero en sus códices, a base de fonogramas y logogramas, fueron capaces de registrar la historia de la civilización más adelantada de la América precolombina. ¿A qué se debió la dispersión de las poblaciones que habitaban esas grandes y asombrosas metrópolis como fueron Copán y Tical? ¿No se percataron que los cultivos intensivos mantenidos por años esterilizan la tierra? ¿Se dejaron llevar por la voluntad de los dioses y nada hicieron en concreto para contar con fuentes permanentes de agua, en una tierra caliza como es la del Petén, en donde floreció Tical? En el Petén, guatemalteco, los ríos de pronto desaparecen para volver a aparecer muy lejos, a más de que se suceden años de sequías. Pueblo de inteligencia superior, el maya, hasta cierto punto. Era la civilización del maíz, pobre en lisina y triptofano, aminoácidos esenciales. ¿Tal deficiencia alimentaria fue deteriorando los centros nerviosos encargados de las relaciones entre el hombre y su hábitat?