El histriónico proceso de la Revolución Ciudadana ha llegado a límites nunca antes vistos. A medida que somos más soberanos y altivos a nivel del discurso, más dominados y sometidos somos en realidad. Al menos eso es lo que puede colegirse luego de analizar cómo el régimen de turno prácticamente ha hipotecado la riqueza petrolera del Ecuador a China.
El 80% del petróleo que exportó el Estado ecuatoriano el año pasado fue a parar en manos de empresas chinas.
Seguramente usted pensará que si China o cualquier otro país paga un buen precio, no hay problema en que compre el 80%, 90% o 100% de nuestro crudo. No obstante, el problema radica en que los términos contractuales bajo los cuales se está vendiendo nuestro petróleo a China son perjudiciales para el Ecuador. ¿Por qué? En primer lugar, los acuerdos de venta directa y anticipada de petróleo a China nos han afectado negativamente en términos de precios. Los diferenciales de precio en que se ha entregado nuestro petróleo ha servido para que éste país revenda en el mercado internacional a montos mucho mayores, beneficiando también a “traders” o intermediarios. De acuerdo a Fernando Villavicencio, experto en temas petroleros, el Ecuador firmó 10 contratos con China para la provisión de 460 millones de barriles hasta el 2019. Sin embargo, la estatal petrolera Petrochina –afirma Villavicencio- “revendió dichos contratos a la intermediaria Taurus, la cual negoció a su vez ese crudo con refinerías de EE.UU. a precios mucho mayores”.
En segundo lugar, los contratos de venta anticipada de petróleo con China deben pagar altas tasas de interés, mucho más de las existentes en el mercado internacional. Estas varían entre el 6 y el 7,25% anual. Si partimos entonces que buena parte de estos contratos ya han sido negociados en el mercado internacional –como señala Villavicencio-, no se entiende cómo se cobra un interés por la venta generada con nuestro propio petróleo. Es como depositar nuestro dinero en un banco para que este a su vez nos preste nuestra propia plata con altos intereses.
En tercer lugar, el perjuicio al Estado es mayor ya que la venta anticipada de petróleo se ha atado a la construcción de obras de infraestructura por parte de empresas chinas. El megaproyecto Coca-Codo Sinclair es un ejemplo de ello.
Si tomamos en cuenta todos estos aspectos, podemos concluir que no solo que estamos haciendo un pésimo negocio sino que se estaría perjudicando al país de manera considerable.
¿Quién responde por estos crasos errores? ¿Dónde queda el discurso de la Patria altiva y soberana? ¿Nuestra relación con China nos está llevando a hipotecar nuestros recursos y a la final el futuro del Ecuador?